/ domingo 16 de junio de 2019

La pitaya un proyecto en crecimiento

De entre cerros y cañadas de Badiraguato San José del Llano surge una industria social en mermelada y salsa

Culiacán,Sin. En plena sierra madre occidental, donde las únicas actividades económicas como la agricultura de temporal y ganadería son de subsistencia, surge y crece con fuerza un proyecto empresarial que ya está cuajando en una nave industrial para la elaboración de mermelada y salsa picante a base del fruto icónico que le da el nombre y figura al escudo de Sinaloa: la pitaya, y cuyo nombre comercial es Sajolla.

La marca comercial resume el nombre del ejido San José del Llano, del municipio de Badiraguato.

Lo que más llama la atención es que esta empresa es empujada mayoritariamente por mujeres, quienes participan en todo el proceso, de principio a fin, y que está por meter sus productos estrellas a algunas cadenas comerciales. Fuera de esta naciente industria, las mujeres aquí no tienen ninguna alternativa laboral.

El ejido San José del Llano, ubicado a casi dos horas de la cabecera municipal de Badiraguato y prácticamente dentro lo que se ha dado en llamar “El Triángulo Dorado”. Tiene un pequeño caserío. Viven más de 300 familias, pero en superficie de terreno, le hace ser uno de los más grandes de Sinaloa.

Las mujeres y hombres están firmemente decididos a sacar adelante un proyecto que es respaldado por la Comisión Nacional Forestal (Conafor), cuyo personal técnico y un despacho consultor externo (Servicios Técnicos Forestales Tamazula) les ayudó hace siete años (2012) a bajar un apoyo de casi 167 mil pesos para realizar un proyecto no maderable, que fue el aprovechamiento de la pitaya, cuya planta cactácea abunda en este lugar.

CONSTRUYEN UNA SOCIEDAD

Para lograrlo se constituyó la Sociedad de Producción Rural de Responsabilidad Limitada, la cual se denomina “Pitaya Golden” (Pitaya Dorada), cuyo presidente del Consejo de Administración es Fidel Chávez Esparza, quien a la vez es el presidente del Comisariado Ejidal de San José del Llano. El secretario es Celso Pérez y como tesorera está Emma Monzón Navarrete, quien está súper convencida que este proyecto llegará a Grandes Ligas, que es la exportación al mercado internacional. Para esta fase se recibió otro apoyo de Conafor de 350 mil pesos.

Por lo pronto ya tienen como cliente a una nevería con sede en Guasave que les hace pedidos por hasta 250 kilogramos de pulpa para elaborar nieves de pitaya. Esta empresa tiene una sucursal en Culiacán.

Un obstáculo que tienen para desarrollar este proyecto es que la pitaya se da únicamente entre los meses de mayo y junio.

Una solución que han encontrado es refrigerar la pulpa luego de envasarla al alto vacío. Ello le da un periodo de vida de casi un año y medio, lo cual les garantiza tener materia prima para seguir trabajando y esperar la pizca del próximo año. Ya cuentan con cinco neveras.

Adicionalmente, y también con el apoyo del despacho consultor externo, cuyo representante, Carlos Manuel Merlín Andrade, prácticamente es un “asesor sombra” porque les está apoyando desde el inicio, igual que lo es Luis Antonio Rosas Ochoa, encargado de “Cadenas Productivas” de la Conafor Sinaloa.

La importancia real de este proyecto, resaltan los asesores, es que se está apoyando financieramente a un sector social para que aprovechen lo que tienen a la mano y puedan tener un ingreso fijo garantizado.

EL PASO DE LO MANUAL A LO INDUSTRIAL SIN PERDER LO ARTESANAL

En estos momentos el proceso de producción implica ir a cortar manualmente la pitaya, de preferencia durante las noches y regresar por la madrugada. Se utiliza una larga lata con una tenaza de cinco dedos al final, la cual atrapa al fruto. Una vez cortado se le retira la capa de espinas y se lleva al centro de acopio, en donde se le quita la cáscara y se embolsa la pulpa al alto vacío para conservarlo en las neveras.

También se deja la pulpa sin envasar para iniciar el proceso de elaboración de salsa y mermelada. Para la salsa, se le añade chile chiltepín, que también se da en la región, y otros ingredientes, pero no se le agrega ni color ni olor artificial, y tampoco conservador. Es un producto totalmente orgánico.

Para obtener la consistencia necesaria tanto para elaborar la salsa como la mermelada, la pulpa se cuece en una olla de barro sobre un tambo que la hace de hornilla y que funciona a base de leña.

Las mujeres deben estar entre cinco y seis horas meneando la pulpa de pitahaya hasta obtener la consistencia adecuada y luego se envasa para después ponerle la correspondiente etiqueta y mandarla al mercado.

Además del cansado y laborioso proceso para elaborar las salsas y mermeladas, se tiene la limitante de que para obtener apenas un kilogramo de salsa o mermelada, se requieren mucha pulpa. Por eso un frasco de 220 gramos vale 100 pesos y un frasco de salsa de la misma medida vale 80 pesos.

Quienes van a cortar pitayas reciben 50 pesos por cada docena de pitayas, las cuales deben estar en buen estado, sin que la pulpa esté dañada. Ya sin cáscara, el kilogramo de pulpa se paga a 60 pesos.

LOS INGRESOS

El sacrificio para los impulsores de esta industria única en la sierra de Badiraguato es que en los primeros años tenían que aportar las pitahayas sin recibir ningún pago a cambio. Todavía el año pasado cada socio tuvo la obligación de aportar 60 kilogramos de pulpa. Como las ventas van creciendo, este año la aportación sin pago se redujo a 25 kilogramos, pero ahora sí se les puede pagar otra cantidad igual que entreguen, y la meta es comprarles a todos los socios toda la pulpa que entreguen, con lo cual de entrada ya tendrán garantizado un ingreso, el cual podrá crecer con las utilidades que se obtengan de la comercialización de las mermeladas, salsas y pulpa.

Adicionalmente pueden preparar pasta de pitaya, con la cual se pueden rellenar empanadas, o bien elaborar galletitas de diversas figuras.

SE RECIBE FINANCIAMIENTO POR APROVECHAR LO QUE SE TIENE A LA MANO

La cuestión es que las utilidades y los nuevos apoyos que se obtienen se invierten para seguir creciendo. En 2016 se les otorgó un apoyo por 350 mil pesos para la formalización jurídica ante Notario Público y también para realizar un estudio de mercado. En el 2017 se les otorgó un apoyo por un millón 367 mil pesos para la adquisición de equipo industrial, el cual ya tienen y consta de una lavadora automatizada de la fruta para quitarle alguna impureza que pueda traer, una despulpadora (la cual les permitirá quitarle hasta el 80 por ciento de las semillas a los frutos, una especie de estufa de gas (que acelerará el proceso de cocimiento) y un llenado de pistón (en el cual se llenarán los frascos de mermeladas y de salsas).

Además, ya cuentan con una empacadora al alto vacío, una pesa y una pequeña máquina de etiquetado.

En el presente año accedieron a otro apoyo financiero de un millón 800 mil pesos para construir una nave industrial, que dicho coloquialmente será la fábrica de mermeladas, salsas y pulpa de pitaya. Misma que sale del pueblo y se construye a un costado de las instalaciones que tiene la Secretaría de la Defensa Militar. Entre agosto y septiembre próximos podría ya estar produciendo.

Más recientemente obtuvieron otro apoyo para colocar una cerca perimetral. Pero como la nave industrial prácticamente ya lleva un avance del 40 por ciento, se decidió que el recurso se canalizara mejor a la compra de una subestación eléctrica para garantizar el voltaje que demanda el equipo industrial y que empiece a operar en cuanto se tengan todas las instalaciones listas.

EL ÉXITO SE ACERCA POCO A POCO

Con la demanda actual que tienen, los 20 socios de esta empresa social (13 son mujeres) están aprovechando una superficie de dos mil 500 hectáreas de pitayas. Si el proyecto pega comercialmente, la superficie a explotar podría crecer hasta a 30 mil hectáreas, lo que implicaría sumar a los ejidos colindantes Llano Grande y San Javier. Los tres ejidos forman parte de una cordillera pitayera.

El impacto laboral de este crecimiento será muy fuerte. Actualmente son 20 los socios que se benefician directamente, pero también benefician con sus ingresos de manera indirecta a otras 80 personas más, que son sus familiares.

La fe de la tesorera, Emma Monzón, radica en que los productos alimenticios orgánicos, como los que produce la marca Sajolla, tienen una cada vez más creciente demanda, y los consumidores están dispuestos a pagar un precio más alto que los productos tradicionales comerciales llenos de colorantes y saborizantes artificiales, así como de conservadores.

Por lo pronto el mercado ya les demanda tener mínimamente 10 toneladas de pulpa debidamente almacenadas en las neveras.

LOGOTIPO Y MARCA

Los pasos que han dado es que ya cuentan con logotipo, marca y etiqueta, en donde se incluye la barra nutrimental y sólo les falta el correspondiente “código de barra”, y también les hace falta un trámite ante Hacienda para poder meterse de lleno a las cadenas comerciales del mercado nacional.

La tesorera aclara que en este proceso también han recibido asesoría del Conservatorio Gastronómico de Sinaloa, y han participado en cursos de capacitación y en una exposición de productos elaborados por empresas sociales, que tuvo lugar en Guadalajara, en donde lograron ser incluidas entre los cinco mejores casos de éxito en todo el país gracias también a otro apoyo financiero de Conafor de 150 mil pesos.


Te podría interesar: No era un servicio más


**HAY DIFERENTES TIPOS

Hay pitayas con pulpa de varios colores. La roja se usa más para la mermelada y la naranja para la salsa. También hay pitahayas blancas, de sabor más dulce, y se puede combinar con cualquiera de los otros dos colores.

**VITAMINAS

La pitaya contiene Omega 3, vitaminas “C” y “A”, ayuda a incrementar la cantidad de glóbulos rojos y blancos y, sobre todo, que es un producto netamente sinaloense.


NUMERALIA

3.5

Mdp ha recibido el ejido San José del Llano de Conafor para el proyecto en Badiraguato

30

Mil hectáreas de pitayas podrían ser aprovechadas y generarían más empleos directos



Lee más aquí



Culiacán,Sin. En plena sierra madre occidental, donde las únicas actividades económicas como la agricultura de temporal y ganadería son de subsistencia, surge y crece con fuerza un proyecto empresarial que ya está cuajando en una nave industrial para la elaboración de mermelada y salsa picante a base del fruto icónico que le da el nombre y figura al escudo de Sinaloa: la pitaya, y cuyo nombre comercial es Sajolla.

La marca comercial resume el nombre del ejido San José del Llano, del municipio de Badiraguato.

Lo que más llama la atención es que esta empresa es empujada mayoritariamente por mujeres, quienes participan en todo el proceso, de principio a fin, y que está por meter sus productos estrellas a algunas cadenas comerciales. Fuera de esta naciente industria, las mujeres aquí no tienen ninguna alternativa laboral.

El ejido San José del Llano, ubicado a casi dos horas de la cabecera municipal de Badiraguato y prácticamente dentro lo que se ha dado en llamar “El Triángulo Dorado”. Tiene un pequeño caserío. Viven más de 300 familias, pero en superficie de terreno, le hace ser uno de los más grandes de Sinaloa.

Las mujeres y hombres están firmemente decididos a sacar adelante un proyecto que es respaldado por la Comisión Nacional Forestal (Conafor), cuyo personal técnico y un despacho consultor externo (Servicios Técnicos Forestales Tamazula) les ayudó hace siete años (2012) a bajar un apoyo de casi 167 mil pesos para realizar un proyecto no maderable, que fue el aprovechamiento de la pitaya, cuya planta cactácea abunda en este lugar.

CONSTRUYEN UNA SOCIEDAD

Para lograrlo se constituyó la Sociedad de Producción Rural de Responsabilidad Limitada, la cual se denomina “Pitaya Golden” (Pitaya Dorada), cuyo presidente del Consejo de Administración es Fidel Chávez Esparza, quien a la vez es el presidente del Comisariado Ejidal de San José del Llano. El secretario es Celso Pérez y como tesorera está Emma Monzón Navarrete, quien está súper convencida que este proyecto llegará a Grandes Ligas, que es la exportación al mercado internacional. Para esta fase se recibió otro apoyo de Conafor de 350 mil pesos.

Por lo pronto ya tienen como cliente a una nevería con sede en Guasave que les hace pedidos por hasta 250 kilogramos de pulpa para elaborar nieves de pitaya. Esta empresa tiene una sucursal en Culiacán.

Un obstáculo que tienen para desarrollar este proyecto es que la pitaya se da únicamente entre los meses de mayo y junio.

Una solución que han encontrado es refrigerar la pulpa luego de envasarla al alto vacío. Ello le da un periodo de vida de casi un año y medio, lo cual les garantiza tener materia prima para seguir trabajando y esperar la pizca del próximo año. Ya cuentan con cinco neveras.

Adicionalmente, y también con el apoyo del despacho consultor externo, cuyo representante, Carlos Manuel Merlín Andrade, prácticamente es un “asesor sombra” porque les está apoyando desde el inicio, igual que lo es Luis Antonio Rosas Ochoa, encargado de “Cadenas Productivas” de la Conafor Sinaloa.

La importancia real de este proyecto, resaltan los asesores, es que se está apoyando financieramente a un sector social para que aprovechen lo que tienen a la mano y puedan tener un ingreso fijo garantizado.

EL PASO DE LO MANUAL A LO INDUSTRIAL SIN PERDER LO ARTESANAL

En estos momentos el proceso de producción implica ir a cortar manualmente la pitaya, de preferencia durante las noches y regresar por la madrugada. Se utiliza una larga lata con una tenaza de cinco dedos al final, la cual atrapa al fruto. Una vez cortado se le retira la capa de espinas y se lleva al centro de acopio, en donde se le quita la cáscara y se embolsa la pulpa al alto vacío para conservarlo en las neveras.

También se deja la pulpa sin envasar para iniciar el proceso de elaboración de salsa y mermelada. Para la salsa, se le añade chile chiltepín, que también se da en la región, y otros ingredientes, pero no se le agrega ni color ni olor artificial, y tampoco conservador. Es un producto totalmente orgánico.

Para obtener la consistencia necesaria tanto para elaborar la salsa como la mermelada, la pulpa se cuece en una olla de barro sobre un tambo que la hace de hornilla y que funciona a base de leña.

Las mujeres deben estar entre cinco y seis horas meneando la pulpa de pitahaya hasta obtener la consistencia adecuada y luego se envasa para después ponerle la correspondiente etiqueta y mandarla al mercado.

Además del cansado y laborioso proceso para elaborar las salsas y mermeladas, se tiene la limitante de que para obtener apenas un kilogramo de salsa o mermelada, se requieren mucha pulpa. Por eso un frasco de 220 gramos vale 100 pesos y un frasco de salsa de la misma medida vale 80 pesos.

Quienes van a cortar pitayas reciben 50 pesos por cada docena de pitayas, las cuales deben estar en buen estado, sin que la pulpa esté dañada. Ya sin cáscara, el kilogramo de pulpa se paga a 60 pesos.

LOS INGRESOS

El sacrificio para los impulsores de esta industria única en la sierra de Badiraguato es que en los primeros años tenían que aportar las pitahayas sin recibir ningún pago a cambio. Todavía el año pasado cada socio tuvo la obligación de aportar 60 kilogramos de pulpa. Como las ventas van creciendo, este año la aportación sin pago se redujo a 25 kilogramos, pero ahora sí se les puede pagar otra cantidad igual que entreguen, y la meta es comprarles a todos los socios toda la pulpa que entreguen, con lo cual de entrada ya tendrán garantizado un ingreso, el cual podrá crecer con las utilidades que se obtengan de la comercialización de las mermeladas, salsas y pulpa.

Adicionalmente pueden preparar pasta de pitaya, con la cual se pueden rellenar empanadas, o bien elaborar galletitas de diversas figuras.

SE RECIBE FINANCIAMIENTO POR APROVECHAR LO QUE SE TIENE A LA MANO

La cuestión es que las utilidades y los nuevos apoyos que se obtienen se invierten para seguir creciendo. En 2016 se les otorgó un apoyo por 350 mil pesos para la formalización jurídica ante Notario Público y también para realizar un estudio de mercado. En el 2017 se les otorgó un apoyo por un millón 367 mil pesos para la adquisición de equipo industrial, el cual ya tienen y consta de una lavadora automatizada de la fruta para quitarle alguna impureza que pueda traer, una despulpadora (la cual les permitirá quitarle hasta el 80 por ciento de las semillas a los frutos, una especie de estufa de gas (que acelerará el proceso de cocimiento) y un llenado de pistón (en el cual se llenarán los frascos de mermeladas y de salsas).

Además, ya cuentan con una empacadora al alto vacío, una pesa y una pequeña máquina de etiquetado.

En el presente año accedieron a otro apoyo financiero de un millón 800 mil pesos para construir una nave industrial, que dicho coloquialmente será la fábrica de mermeladas, salsas y pulpa de pitaya. Misma que sale del pueblo y se construye a un costado de las instalaciones que tiene la Secretaría de la Defensa Militar. Entre agosto y septiembre próximos podría ya estar produciendo.

Más recientemente obtuvieron otro apoyo para colocar una cerca perimetral. Pero como la nave industrial prácticamente ya lleva un avance del 40 por ciento, se decidió que el recurso se canalizara mejor a la compra de una subestación eléctrica para garantizar el voltaje que demanda el equipo industrial y que empiece a operar en cuanto se tengan todas las instalaciones listas.

EL ÉXITO SE ACERCA POCO A POCO

Con la demanda actual que tienen, los 20 socios de esta empresa social (13 son mujeres) están aprovechando una superficie de dos mil 500 hectáreas de pitayas. Si el proyecto pega comercialmente, la superficie a explotar podría crecer hasta a 30 mil hectáreas, lo que implicaría sumar a los ejidos colindantes Llano Grande y San Javier. Los tres ejidos forman parte de una cordillera pitayera.

El impacto laboral de este crecimiento será muy fuerte. Actualmente son 20 los socios que se benefician directamente, pero también benefician con sus ingresos de manera indirecta a otras 80 personas más, que son sus familiares.

La fe de la tesorera, Emma Monzón, radica en que los productos alimenticios orgánicos, como los que produce la marca Sajolla, tienen una cada vez más creciente demanda, y los consumidores están dispuestos a pagar un precio más alto que los productos tradicionales comerciales llenos de colorantes y saborizantes artificiales, así como de conservadores.

Por lo pronto el mercado ya les demanda tener mínimamente 10 toneladas de pulpa debidamente almacenadas en las neveras.

LOGOTIPO Y MARCA

Los pasos que han dado es que ya cuentan con logotipo, marca y etiqueta, en donde se incluye la barra nutrimental y sólo les falta el correspondiente “código de barra”, y también les hace falta un trámite ante Hacienda para poder meterse de lleno a las cadenas comerciales del mercado nacional.

La tesorera aclara que en este proceso también han recibido asesoría del Conservatorio Gastronómico de Sinaloa, y han participado en cursos de capacitación y en una exposición de productos elaborados por empresas sociales, que tuvo lugar en Guadalajara, en donde lograron ser incluidas entre los cinco mejores casos de éxito en todo el país gracias también a otro apoyo financiero de Conafor de 150 mil pesos.


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**HAY DIFERENTES TIPOS

Hay pitayas con pulpa de varios colores. La roja se usa más para la mermelada y la naranja para la salsa. También hay pitahayas blancas, de sabor más dulce, y se puede combinar con cualquiera de los otros dos colores.

**VITAMINAS

La pitaya contiene Omega 3, vitaminas “C” y “A”, ayuda a incrementar la cantidad de glóbulos rojos y blancos y, sobre todo, que es un producto netamente sinaloense.


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