Culiacán, Sin.- Dos historias unidas por el mismo oficio: la prostitución. El mismo dolor: fueron contagiadas de Covid-19 y todavía siguen luchando con las secuelas. Sin recursos, sin trabajo, porque son pocos los clientes que se atreven a demandar sus servicios… ellas siguen bregando por hoteles y calles de la capital sinaloense.
“La Rorra” y “La Malena”, son muy amigas: una es escorts y la otra es prostituta.
“Somos panas, pero hay niveles”, dice “La Rorra” en son de broma, quien trabaja de escorts para sostener a su hijo, sus padres y sus estudios, aunque nuevamente dejo la carrera de contaduría por falta de “clientes”.
Asegura que la actividad está parada, porque no hay clientes, son pocos los clientes que le piden que vaya a sus casas porque hay miedo, además del riesgo que ni ellas ni el cliente quieren correr.
“Me ha ido muy mal desde que inició el Covid-19, he tenido poco trabajo, además de que me contagié y todavía tengo inflamaciones internas y cansancio”, cuenta. Además, asegura que, si a la semana antes tenía más de diez clientes, hoy, con trabajos la llama uno o dos “y eso es mucho decir”.
Tiene 22 años, tres veces ha intentado sacar adelante su carrera porque quiere dejar ese oficio. Es una mujer bonita, simpática con deseos de superarse “pero esta pandemia la verdad nos ha frenado, los clientes se han retirado y cuando te contratan, piden muchos requisitos”.
“Los Weyes siempre hacen un show. Te citan, casi casi te piden la prueba del Covid-19. Yo traigo termómetro, gel y cubrebocas. Me tomo la temperatura para que vean que estoy sana, pero, al contrario, ellos no se cuidan, incluso, el malandro que me contagió ya sabía que tenía Covid, me lo confesó después de que tuvimos sexo. El muy cínico me dijo que primero estaban sus necesidades y después tú, así que cuídate”, narra.
Asegura que sus clientes, se supone que es gente preparada, porque muchos tienen estudios, “pero son “unas bestias, te exigen hasta que te quites el cubrebocas y te quieren babear todo el cuerpo, cuando se sabe que es la saliva la que te contagia”.
—¿Qué quieres decir cuando afirmas que hay niveles entre tu amiga y tú?
“Yo no me considero prosti. Soy una trabajadora sexual, porque en tiempos normales sí me llegan al precio voy, no importa si es muy feo o guapo. Pero si no me llegan a lo que pido, no voy. Tengo un horario y después, me voy a mi casa, me baño, limpio mi cuerpo, me pongo mis jeans y me convierto en la estudiante que siempre he querido ser”, indica.
“La Malena” por su parte dice que ha tenido problemas con chicas más jóvenes, que se pelean los espacios en el primer cuadro de la capital sinaloense porque asegura que la prostitución ha crecido en estos tiempos por falta de recursos y empleo.
“Ya nos conocemos, pero últimamente nos han estado invadiendo nuestro espacio, a veces las vemos por la Francisco Villa, otras por la Escobedo, son escurridizas, no sé si nos tienen miedo o a los operativos policiacos que se hacían antes”, narra.
Denuncia que las autoridades no las han apoyado en nada, “antes íbamos a revisión al ayuntamiento porque es un requisito contar con la carta de Salud para ejercer el oficio, pero ahora, no sólo tenemos que lidiar con las transmisiones sexuales, sino con el contagio del Covid-19”.
“Nosotras, de por sí, ya corríamos muchos riesgos cuando ejercíamos antes del quédate en casa, ahora mucho más, somos muy vulnerables”, lamenta.
“En todas hay un miedo tremendo a todo esto que está sucediendo, ahora dicen que también a los jóvenes nos va a llevar la chingada, si antes teníamos miedo por nuestros viejos, hoy se multiplica el terror al contagio porque los clientes son unos ‘importamadristas’, no se cuidan”, señala.
Dice que es muy difícil tener sexo sin abrazos y besos, pero que es una medida necesaria que muchos clientes no lo aceptan.
“Hay clientes que te piden ‘un besito’. Y si les dices que no, se molestan y se van. Otros te piden que te quites el cubrebocas porque te quieren ver el rostro completo, es muy difícil batallar con la pandemia y el cliente, porque ellos demandan y no hacen nada por cuidarnos ambos”, señala.
Asegura que cuando llega a su casa se quita la ropa, se baña, “pero por más que me he cuidado, hace dos meses empecé a tener síntomas de Covid-19, me hice la prueba y resultó positiva, igual contagié a mis padres, desafortunadamente mi madre murió. Yo tengo secuelas en el hígado”.
Sin embargo, ambas dicen que a pesar del alto riesgo que su oficio representa, no tienen más opciones…
Lee más aquí ⬇