Culiacán, Sin.- La llegada de los gemelos Matías y Mateo era muy esperada por la familia Arteaga Rivas; sin embargo, el camino se tornó pedregoso cuando uno de los nuevos integrantes del clan fue diagnosticado con parálisis cerebral.
“Los doctores me dijeron que mi hijo iba a morir (Mateo), pero nosotros hicimos todo lo necesario para sacarlo adelante”, recuerda Margarita, la mamá.
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Según Ángel, el papá, la condición de uno de sus hijos menores fue causada debido a la hidrocefalia que fulminó una cuarta parte de su cerebro. Pese a esto, y al reciente diagnóstico de autismo en Matías, la familia ha salido adelante luchando contra toda adversidad.
Los Tres Pilares
Margarita y Ángel se conocieron después de que él derribara el puesto de casettes en donde ella trabajaba durante su niñez en Villa Juárez, Navolato. Hoy tienen 20 años de casados y como fruto de su matrimonio resultaron tres hijos: Monserrat (la mayor que va en secundaria) y los dos pequeños.
Pero su vida tuvo un gran giro luego de que Mateo sufriera una infección que derivó en la acumulación en exceso de líquido cefalorraquídeo y después en la parálisis.
“Yo siempre quise tener un hermano. Cuando me enteré de que iban a ser dos, me alegré más, pero cuando supe de la salud de Mateo supe que debía protegerlos”, comenta la primogénita.
Según datos del INEGI en el 2020, se registraron alrededor de 600 personas con parálisis cerebral y 7.7 millones de personas con discapacidad en México.
Pero la condición del pequeño no detuvo a la familia. Margarita tuvo que dejar su empleo, pero sobrevivir con solo el sueldo de Ángel era difícil, por lo que decidió emprender un negocio de postres, uniéndose al 23% de las madres mexicanas que trabajan por cuenta propia.
Los Gemelos
Hoy los niños están próximos a cumplir 4 años el 24 de septiembre. Mateo superó cualquier expectativa pronosticada por los médicos. Ha pasado por el quirófano en 11 ocasiones y actualmente acude a terapia en la Asociación Pro Personas con Parálisis Cerebral (APAC) junto con otros 99 niños en su misma condición.
“A nosotros nos dijeron que él iba a ser como un muñeco, inerte, pero nunca perdimos la fe”, explica Ángel.
La procuradora de APAC, Anita Vásquez Orozco, explica que una parte primordial del tratamiento de un menor con esta condición es la terapia familiar, puesto que los padres y hermanos deben aceptar al niño. Tan es así, que anualmente la asociación brinda orientación a alrededor de 460 familias.
El caso de Matías es distinto al de su hermano; él también nació prematuramente, pero sus padres comenzaron a sospechar que tenía una discapacidad conforme fue creciendo.
Era notorio que el pequeño era distinto, pero fue hasta los 3 años de edad, en enero de este año, cuando por fin la familia fue notificada de que el gemelo tiene autismo nivel tres.
Recién acaba de iniciar el preescolar, sin embargo, su madre relata que fue difícil encontrar un plantel educativo donde lo aceptaran, puesto que le pedían obligatoriamente una maestra sombra, pese a que sus terapeutas dictaminaron innecesario este apoyo por los buenos resultados de Matías.
“Fui como a cuatro planteles de educación pública y hasta en colegios, algunos se negaron por el tema de la maestra sombra y otros me dijeron que no porque ya tenían muchos niños con autismo en los grupos, pero por fin pudimos encontrar uno aquí cerca”, relata Margarita.
Futuro positivo
La familia Arteaga Rivas continúa positiva y ocupada cuidando a los dos pequeños en la casa. Margarita es quien se ocupa de llevar a los gemelos a terapia, Monserrat ayuda con el cuidado cuando es necesario y Ángel trabaja como diseñador gráfico para llevar el sustento a casa.
“Nosotros nos esforzamos porque queremos que nuestros dos hijos tengan una mejor calidad de vida y aspiramos a que algún día puedan vivir con independencia”, concluyó el padre.