Culiacán, Sin.- Una madre ejemplar que sin ninguna preparación, sacó adelante a seis hijos, todos con estudios, con su trabajo, primero en el campo, cuya faena era traspasar -limpiar un terreno y prepararlo para la siembra-, luego haciendo tortillas y ya en la ciudad trabajando en casas como empleada doméstica.
Para Eleuteria Díaz Beltrán, mujer menudita, callada, alegre, propositiva, siempre dispuesta a dar, para ella, la palabras no puedo, estoy cansada no existen en su vocabulario no existen en su mente, siempre con el vamos para adelante ha sido su forma de vida; las trabas que se le han presentado las ha sorteado con paciencia y mucho amor filial.
Nació y crió a sus hijos en un ranchito llamado Morirato, ubicado en la intrínseca sierra de Badiraguato, su esposo prefirió irse a trabajar, ella no lo quiso seguir para no exponer a sus hijos, pero el padre desde ese momento se desentendió de ellos, quedado como padre y madre.
La situación en su comunidad no fue fácil, tenía que salir a diario a hacer las labores del campo, pero siempre la recomendación a sus hijos era cuidarse, estudiar y portarse bien.
“El trabajo era duro, teníamos que traspanar la labor para tener por lo menos que comer”, recuerda.
HISTORIA DE VIDA
Tres de sus hijos terminaron la primaria, ella no quería que se quedaran como ella que sólo llegó hasta tercer año de primaria.
“Esa vida no la quería para mis hijos, así que nos levantábamos antes de las cuatro de la mañana y a caminar, hacíamos como tres horas para llegar a la secundaria que está en Otatillos, a las siete de la mañana. Los dejaba y luego a regresar rápido porque me llevaba a mi niña que no la podía dejar sola, llegábamos corriendo a las nueve de la mañana para dejarla en la primaria”, recuerda.
Para ella todos esos sacrificios, la dignificaban, le daba más fuerza para seguir adelante, los gastos crecían, siempre con la mente de enseñarles a sus hijos ser hombres de bien, que no les faltara nada, pobremente, pero con la frente en alto.
El dinero no alcanzaba, así que una comadre le habló de un trabajo de hacer tortillas, de ocuparse en un campamento donde e sembraba milo, maíz y….
Ahí atendía a más de 70 gentes, el trabajo era muy pesado y peligroso, “nomás pasaban los aviones y a correr, todo lo aguantaba porque mis hijos ya estaban casi listos para preparatoria”, recuerda.
Diariamente se levanta con la sonrisa, dando gracias a Dios por tantas bendiciones que le ha dado durante su vida, lo principal, asegura, son haberme dado seis hijos buenos, siempre dispuestos a hacer el bien, a prepararse, a no ser unos flojos, a dar ejemplo de vida.
MADRE SOLTERA
Ser una madre soltera de esta generación es un sinónimo de valentía y entereza para enfrentar los nuevos retos impuestos por la sociedad como Eleuteria que se enfrenta a la vida con sus hijos de la mano y con una sonrisa en la cara.
Rosa Abel, Ana Isabel –ellas sólo estudiaron preparatoria, José Luis, María de Jesús, Alex Guadalupe y Jazmin Yesibel, son el orgullo de esta madre.
“Todos son mi orgullo, he trabajado duro y lo volvería a hacer, porque ellos han valorado lo que he hecho, por ejemplo mi hija Rosa Abel, que trabaja en educación inicial, me dio clases y tengo mi certificado de primaria”, dice con una sonrisa llena de felicidad.
Señala que una de las reglas que siempre ha tenido para que sus hijos sean hombres de bien, es inculcarles el trabajo, que estén dedicados a lo que les gusta, desde niños al salir de la escuela, los que no tenían tarea me los llevaba al campo, gracias a su apoyo, sacábamos la cosecha y teníamos que comer.
La señora Eleuteria tiene la dicha de presumir que sus hijos están estudiando una carrera universitaria y uno ya se recibió como médico y va por la especialidad de traumatólogo, logros que se cimientan en el esfuerzo, trabajo y sacrificio de ella y sus hijos, ya que sin una pareja, brindó casa, vestido, ejemplo y sustento a sus hijos.
“Fue muy difícil, pero a la vez muy reconfortante al ver crecer a mis hijos sanos, con ganas de ser alguien en la vida, José Luis estudió Administración de empresas, María de Jesús Contabilidad, Alex Guadalupe acaba de terminar su carrera de médico y Jazmin Yesibel estudia comunicación”, narra.
Da gracias a Dios porque a pesar de que su esposo la abandono salió adelante y sin temor alguno cuando fue necesario, con nostalgia y todo, dejó la sierra de Badiraguato y se vinieron a la ciudad, porque su meta ya estaba trazada: quiero que mis hijos sean profesionistas.
“Sí fue difícil, pero estuve apoyada por mis hijos, con consejos, algunos castigos ahora son lo que son”, indica.
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