Culiacán, Sin. Por allá en el 2013 que suena tan cercano, aunque ya son 6 años de eso, Alexis Quiñónez estaba por terminar su curso de Técnico en Urgencias Médicas (TUM), apenas y estaba rosando los veinte años y ya era radio operador en la estación de Navolato. Al recordar esos años, Alexis dibuja una sonrisa infantil y sus ojos parecen irse a ese tiempo como extrañando esa ingenuidad, cuando comienza su historia, su rostro todavía joven, se transforma en una expresión indescriptible entre la solemnidad y el orgullo.
Era un sábado ya tarde con el sol a punto de esconderse y los teléfonos comenzaron a sonar; decenas de llamadas rezaban el mismo mensaje: atropellamiento en la sindicatura de Yebavito por carretera Culiacán-Navolato. Una persona en motocicleta había sido impactada por una camioneta y arrastrada por más de 50 metros. Alexis como radio operador tenía la encomienda de coordinar las unidades y repartirlas a donde se necesiten, pero también tenía la facultad de guiar a las personas que llamaban para informar los accidentes, para que actuaran mientras llegaban los paramédicos.
Comenzó preguntando los detalles del accidente, las personas ahí le iban informando por teléfono cada paso y mínimo hecho; el casco se había partido por el impacto, fractura expuesta en una de sus piernas, mucha sangre y gritos, el sujeto estaba combativo y no podían calmarlo. A todo esto, Alexis les iba dando herramientas para mantenerlo a salvo y tranquilo, su vocación y profesionalismo eran de admirarse, pues con gran precisión guiaba a esas personas inexpertas para mantener con vida al paciente.
Minutos después arribó la ambulancia al lugar, sin perder más tiempo llevaron al joven herido al Seguro Social de Culiacán y con esa noticia, Alexis terminó su turno. Recogió sus cosas y con el temple profesional que debe tener un futuro TUM, salió rumbo a casa convencido de que había hecho bien su trabajo.
Alexis estaba por llegar a su casa en Altata, cuando recibió la llamada de una compañera de Cruz Roja
-"oye, Alexis, ¿tu tienes hermanos?"
-"si, tengo dos ¿por qué?"
-"lo que pasa es que al accidente que nos enviaste... es un joven de 23 años que se parece mucho a ti y nos dice que se llama Salomón Quiñónez y es de Altata"
Alexis sintió sudor frío cayendo por su espalda, al darse cuenta que estuvo auxiliando por teléfono a su hermano mayor sin saberlo. Corrió a su casa, para darse cuenta que su familia estaba saliendo rumbo a Culiacán y estar con Salomón, su hermano, en el hospital. Alexis se encontró con su hermano encamado, inconsciente, lleno de tubos y con un poco alentador diagnóstico del médico. "Durante una semana que estuvo en terapia intensiva, nunca nos dieron esperanzas de vida".
Después de algunas semanas, cuando por fin despertó del coma, Salomón estaba en clara depresión y amargura al verse en ese estado, su pierna no respondía como antes y le esperaban años de terapia para recobrar su movilidad completamente. Él quería ser policía y con esto jamás podría serlo, durante mucho tiempo estuvo enojado con Alexis, por haberle salvado la vida a costa de dejarlo en esas condiciones. La vida de Salomón parecía haber acabado.
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Dos años después, muchas terapias y con el apoyo de Alexis; Salomón recuperó al cien por ciento su movilidad, una nueva amistad surgió entre esos dos hermanos y aunque dejó su sueño de convertirse en policía, desde entonces y hasta ahora es un elemento ejemplar del cuerpo de Bomberos de Navolato, donde trabaja agradecido porque gracias a su experiencia de estar al borde la muerte y ser rescatado a la distancia por su hermano, entendió el valor de la vida y como una persona puede hacer la diferencia día a día.
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