Culiacán, Sin.- En Culiacán, por falta de empleos, muchos jóvenes –principalmente-, han estado engañando a la gente al solicitar ayuda en la vía pública, asegurando que son extranjeros y que se quieren regresar a su país cuando en realidad viven en colonias de la periferia de la capital del estado.
¡Chale, ese compa no es guatemalteco es de la Díaz Ordaz…! dice azorado Agustín al ver a un “migrante” con una cartulina solicitando dinero para regresarse a Guatemala.
La escena se representa en el Bulevar Pedro Infante donde varios “migrantes” demandan la solidaridad de los sinaloenses, quienes sin reparo alguno, muchos les dan una moneda, incluso, en ese momento, un niño saca su manita por la ventanilla y le da un juguete a uno de los menores que demanda ayuda.
A un costado, desde una cafetería, uno de los clientes pone atención a lo que dice Agustín y lo invita a enfrentar al “vagabundo”, para esto, ya se han unido otros clientes del estacionamiento donde Agustín a diario les lava los vehículos.
Se acercan a la parvada de vagabundos, Agustín intercepta al “guatemalteco”, le dice que lo conoce, que vive en la colonia Díaz Ordaz, que fue compañero de su hermano en el Colegio de Bachilleres, al principio lo niega, pero ante la presión de quienes lo tienen rodeado acepta ser sinaloense.
De inmediato el grupo que solicita ayuda al ponerse en rojo el semáforo y que en ese momento están garabateando algunas cartulinas con frases para llegarle al corazón de la gente, agarran sus cachivaches y emprenden la huida.
SIN EMPLEO
El “guatemalteco” narra que no es el único que ha optado por este modus vivendi para enfrentar la falta de empleo, ya que asegura que trabajaba en una llantera y que por la pandemia el trabajo escaseó, lo dieron de baja, ha tratado de conseguir “chamba”, pero todo ha sido infructuoso.
“Los batos que se fueron y yo tenemos varios días haciendo esto. Un día nos pusimos de acuerdo, y uno de mis amigos hasta lleva a sus dos hijos a pedir ayuda, nos va más o menos bien, hacemos una vaquita todos los días y nos repartimos el dinero por partes iguales, a veces, ganamos hasta 300 pesos cada uno, somos cinco con el padre y los dos niños, a ellos, se les da un poco más”, dijo.
Detalla que ese punto, donde fue descubierto, es el mejor porque los maestros que transitan por ahí son más solidarios que otro tipo de gente.
“Aquí nos iba bien, los maestros no son tan tacaños como otros; las maestras, sobre todo, se detienen a darnos consejos, nos piden que nos cuidemos, que regresemos con nuestra familia porque no hay como la tierra de uno, que no intentemos irnos a los Estados Unidos”, dice.
Asegura que nunca pensó que alguien lo fuera a descubrir, pero que él no es el único que está haciendo esto: decir que es de otro país para llegarle al corazón de la gente.
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“Somos muchos los que estamos engañando a la gente, pero no hay de otra, mientras no robemos, no matemos o vendamos droga, creo que está bien como nos ganamos el dinero, porque hasta para esto se sufre, hay gente que nos discrimina, una señora por ejemplo, me dijo que me fuera a echar la mugre a mi país, ese día dije que era salvadoreño”.
Asegura que si se revisara a los grupos que andan por las calles solicitando ayuda por ser migrantes, se llevarían una sorpresa, “la mayoría somos de Culiacán, a veces nos saludamos con una pregunta, “¿y ahora de dónde vienes?
Explica que para interpretar a un migrante ha tenido que conocer un poco el origen del salvadoreño, el guatemalteco y el hondureño y el que le sale mejor es el del Salvador.
“Tengo que aprender el tonito, porque a veces la gente nos pregunta algo y he podido engañar a más de alguna, por ejemplo, una doña me pidió que la apoyara a cortar unos árboles en la colonia Hidalgo, me ayudó muy bien, pero me hacía preguntas, le contesté algunas, pero le dije que prefería no hablar porque tenía miedo al contagio”, explica.
Insiste que para él no hubo otra salida que mendigar por las calles, pero, que había un inconveniente que estaba en su contra: su juventud.
“En mi familia enfrentamos la muerte de mi abuela y un tío por el Covid-19, además mi mamá se contagió, no había dinero para hacerle frente, me habían corrido de la chamba, a mi jefe lo mandaron a la casa porque ya está viejo y enfermo, pero sólo le están dando la mitad de su sueldo, un día desesperado agarré la receta y salí en busca de ayuda para surtirla y la gente, luego luego me decía que estaba joven para andar pidiendo ayuda, que me pusiera a trabajar, en ese momento, me topé con migrantes y veía que a ellos si lo apoyaban, de ahí me nació la idea…”cuenta.
LLEGAR AL CORAZÓN
Las personas que interceptaron al “migrante” lo escuchan y les llega al corazón, le piden que no ande engañando a la gente de buena voluntad y hasta le ayudan para que se vaya “que no te vaya agarrar la autoridad, porque esos sí te refunden por fraude”, le aconsejan.
Juan Manuel López, encargado de la casa del Migrante en Culiacán, advierte que ahora los migrantes no buscan dinero para irse al extranjero, sino que la mendicidad la hecho su estilo de vida para desplazarse de una ciudad a otra, pero que ahora hay mucho “migrante charola”.
“Hay que identificar qué tipo de personas son, porque hoy en día hay mucho migrante charola, que andan por todo el país pidiendo dinero supuestamente para ir al extranjero pero ese es su estilo de vida”.
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