/ martes 30 de junio de 2020

“No quiero llevar muertos en la conciencia”

Violeta lamenta insensibilidad de sinaloenses que se divierten en las playas, mientras el personal da la batalla

Culiacán, Sin.- “Mientras yo tuve que separarme de mis dos niñas para no contagiarlos, estos desdichados se divierten sin ninguna consideración”, señala Violeta Acosta al enterarse la gran fiesta que tuvieron los sinaloenses en las playas de Altata.

Ella es enfermera y relata que lo más difícil de laborar en un área Covid, es el riesgo de poder llevar el virus con sus familiares, ya que a pesar de tener cuartos de esterilización y contar con grandes capas de protección con los trajes, muchos trabajadores de la salud se han contagiado de Covid-19 y lo peor es que han muerto.

Lo que más sobrecoge es ver cómo los pacientes llegan por su propio pie y máximo dos o tres día ya está intubado y luego….la muerte para muchos.

Uno se familiariza con ellos, entonces, es un luto que llevas, pero que al día siguiente pasas a otro luto y así nos la llevamos, mientras la gente no tiene conciencia, esos que se fueron a divertirse este domingo, no quisiera cargar con su luto, porque no se lo merecen por inconscientes por falta de amor a Dios…Todos somos hijos de Dios y no se vale que hagan esto, son unos desalmados.

Violeta

Ya me despedí de mis chiquitas. Les hice ver que si algo me pasa, es por ayudar a la gente que en estos momentos nos necesita y que deben de estar orgullosa de su mamá.

Violeta


Relata que desde hace tres meses no ve a sus hijas, más que en video llamadas porque las mandó a San Luis Potosí con sus abuelos.

EL PERFIL

Violeta es una joven enfermera, madre de dos niñas de siete y nueve años. Es divorciada de un médico que actualmente está en México, pero que no se ha querido hacer cargo de sus hijas, “pero eso sí, ahora, me llama preocupado de que me vaya a morir, que ironía, no se preocupa por mi salud, sino que se preocupa porque las niñas se pueden quedar solas y a lo mejor él tendrá que hacerse cargo de ellas”.

Relata que la vida de los profesionistas que les tocó atender la pandemia, es una vida incierta.

Por las noches uno no puede conciliar el sueño, pienso si no estaré contagiada: se me vienen a la mente tantas cosas, desde lo que será de mis niñas si les llego a faltar, hasta las tantas y tantas historias de los enfermos, la soledad, el dolor y el sufrimiento de los pacientes y sus familias.

Violeta

Violeta es una mujer delgadita, ojos grandes, tristes, mirada ausente y voz dolida que su única fortaleza son sus hijas y su única misión: salvar vidas.

Se le pregunta por qué sacrifica la presencia de su familia, su estabilidad emocional y su salud y ella sin pensarlo dos veces dice: por humanidad.

No me perdonaría dejar abandonados a los enfermos cuando ya tengo cierta práctica para el manejo del Covid. Es un desgaste terrible, pero creo que más desgaste emocional sería la culpa de no haber hecho más por la vida de tanta gente contagiada.

Violeta

Explica que enfrentar la enfermedad que no conocen que no entienden, pero que si están obligados a hacerle frente, a trabajar más de los común, “es una obligación moral y profesional que tenemos los que nos dedicamos a la atención de la salud”.

TRABAJO CANSADO

Cuenta que ya tiene más de tres meses con jornadas extenuantes ya que desde que entra a su turno, ella y todas sus compañeras enfermeras deben programarse, es decir, ir al baño, alimentarse y dejar todas sus pertenencias fuera del área contaminada hasta que concluya la jornada que a veces es hasta de diez horas.

Nos protegemos con un gorro quirúrgico, un traje quirúrgico desechable una bata más quirúrgica encima del traje blanco y nos ponemos googles, guantes de nitrilo y otros guantes normales encima y cuando pasamos con pacientes a la habitación nos colocamos también una careta encima.

Violeta

Detalla que en el área donde ella está, es atendida por dos enfermeras y su labor es tomar los signos, suministro de medicamentos y alimento al paciente, la aspiración de secreciones, aseo personal al paciente, y a veces platicar, consolar y hasta orar con el paciente.

Al terminar su turno se quita el traje desechable antes de ingresar al cuarto estéril, donde posteriormente se desinfecta se baña…y volver otro día a los mismo, hasta que Dios me lo permita.

REAPERTURA PELIGROSA

Con las reapertura de todas las actividades económicas, bajo el semáforo rojo, la infección puede continuar activándose.

VULNERABLES

Hasta mediados de junio, el personal sanitario en Sinaloa representaba el 30 por ciento de todo el histórico acumulado.


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Culiacán, Sin.- “Mientras yo tuve que separarme de mis dos niñas para no contagiarlos, estos desdichados se divierten sin ninguna consideración”, señala Violeta Acosta al enterarse la gran fiesta que tuvieron los sinaloenses en las playas de Altata.

Ella es enfermera y relata que lo más difícil de laborar en un área Covid, es el riesgo de poder llevar el virus con sus familiares, ya que a pesar de tener cuartos de esterilización y contar con grandes capas de protección con los trajes, muchos trabajadores de la salud se han contagiado de Covid-19 y lo peor es que han muerto.

Lo que más sobrecoge es ver cómo los pacientes llegan por su propio pie y máximo dos o tres día ya está intubado y luego….la muerte para muchos.

Uno se familiariza con ellos, entonces, es un luto que llevas, pero que al día siguiente pasas a otro luto y así nos la llevamos, mientras la gente no tiene conciencia, esos que se fueron a divertirse este domingo, no quisiera cargar con su luto, porque no se lo merecen por inconscientes por falta de amor a Dios…Todos somos hijos de Dios y no se vale que hagan esto, son unos desalmados.

Violeta

Ya me despedí de mis chiquitas. Les hice ver que si algo me pasa, es por ayudar a la gente que en estos momentos nos necesita y que deben de estar orgullosa de su mamá.

Violeta


Relata que desde hace tres meses no ve a sus hijas, más que en video llamadas porque las mandó a San Luis Potosí con sus abuelos.

EL PERFIL

Violeta es una joven enfermera, madre de dos niñas de siete y nueve años. Es divorciada de un médico que actualmente está en México, pero que no se ha querido hacer cargo de sus hijas, “pero eso sí, ahora, me llama preocupado de que me vaya a morir, que ironía, no se preocupa por mi salud, sino que se preocupa porque las niñas se pueden quedar solas y a lo mejor él tendrá que hacerse cargo de ellas”.

Relata que la vida de los profesionistas que les tocó atender la pandemia, es una vida incierta.

Por las noches uno no puede conciliar el sueño, pienso si no estaré contagiada: se me vienen a la mente tantas cosas, desde lo que será de mis niñas si les llego a faltar, hasta las tantas y tantas historias de los enfermos, la soledad, el dolor y el sufrimiento de los pacientes y sus familias.

Violeta

Violeta es una mujer delgadita, ojos grandes, tristes, mirada ausente y voz dolida que su única fortaleza son sus hijas y su única misión: salvar vidas.

Se le pregunta por qué sacrifica la presencia de su familia, su estabilidad emocional y su salud y ella sin pensarlo dos veces dice: por humanidad.

No me perdonaría dejar abandonados a los enfermos cuando ya tengo cierta práctica para el manejo del Covid. Es un desgaste terrible, pero creo que más desgaste emocional sería la culpa de no haber hecho más por la vida de tanta gente contagiada.

Violeta

Explica que enfrentar la enfermedad que no conocen que no entienden, pero que si están obligados a hacerle frente, a trabajar más de los común, “es una obligación moral y profesional que tenemos los que nos dedicamos a la atención de la salud”.

TRABAJO CANSADO

Cuenta que ya tiene más de tres meses con jornadas extenuantes ya que desde que entra a su turno, ella y todas sus compañeras enfermeras deben programarse, es decir, ir al baño, alimentarse y dejar todas sus pertenencias fuera del área contaminada hasta que concluya la jornada que a veces es hasta de diez horas.

Nos protegemos con un gorro quirúrgico, un traje quirúrgico desechable una bata más quirúrgica encima del traje blanco y nos ponemos googles, guantes de nitrilo y otros guantes normales encima y cuando pasamos con pacientes a la habitación nos colocamos también una careta encima.

Violeta

Detalla que en el área donde ella está, es atendida por dos enfermeras y su labor es tomar los signos, suministro de medicamentos y alimento al paciente, la aspiración de secreciones, aseo personal al paciente, y a veces platicar, consolar y hasta orar con el paciente.

Al terminar su turno se quita el traje desechable antes de ingresar al cuarto estéril, donde posteriormente se desinfecta se baña…y volver otro día a los mismo, hasta que Dios me lo permita.

REAPERTURA PELIGROSA

Con las reapertura de todas las actividades económicas, bajo el semáforo rojo, la infección puede continuar activándose.

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Hasta mediados de junio, el personal sanitario en Sinaloa representaba el 30 por ciento de todo el histórico acumulado.


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