Culiacán, Sin. - Al primer rayo de sol ya estaban las palas y varillas abriendo la tierra en busca de los tesoros; cuerpos sin nombre, huesos que completan la estadística y ropas ensangrentadas que corresponden a las que aparecen en las fotos, que tapizan las calles de Culiacán con la macabra leyenda de: desaparecido.
La historia de Mario Vergara es la de los vencidos, los que dejaron de sonreír desde hace mucho; desde que empezó a buscar a su hermano Tomás y se convirtió en rastreador; cambio su trabajo de repartidor de cerveza allá en Guerrero y se puso las botas, el chaleco y el sombrero. Durante su lucha ha desenterrado cientos de huesos, pero también ha visto compañeros caer y desaparecer por obra de la “mano negra” que se incomoda con la verdad.
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Los caminos de búsqueda lo trajeron a Sinaloa; tierra caliente que rebosa muertos e impunidad. En esta zona del país las palabras cambian su significado y el contexto las modifica a cada paso: Mario, se siente agradecido y con suerte por haber encontrado miles de restos óseos en sus primeros días de rastreo junto a una decena de mujeres de la Brigada Estatal de Búsqueda.
Aquí son afortunados, los delincuentes dejan a los muertos a ras del suelo, no los entierran como en Guerrero.
Mario Vergara
CON LA ESPERANZA A CUESTAS
El buscador cuenta que les hizo una petición a los miembros del crimen organizado en Guerrero mediante una carta, para pedirles que no entierren a las personas, que las dejen donde sea, pero no bajo tierra.
Si ya hicieron tanto daño, para qué hacerles más a las familias.
Vergara
A media mañana hicieron el primer hallazgo: decenas de huesos esparcidos en un radio de al menos 30 metros. Más allá, junto al camino lleno de árboles espinosos y hierbas malas, miles de restos de manos humanas en bolsas plásticas: una sucursal del infierno a unos kilómetros de Culiacán.
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La Comisión Nacional de Búsqueda es una gran simulación, apenas enterraron una semilla... el gobierno federal ni siquiera ha dimensionado el problema de los desaparecidos.
Mario Vergara
Siete años de búsqueda lleva Mario Vergara en sus hombros, tiene tierra de todo México en sus manos, aprendió todo lo que se debe aprender en la búsqueda de cuerpos y aún no encuentra a su hermano, Tomás. Como él hay miles de personas que tienen una silla vacía en casa, que mantienen el cuarto de su hijo tal y como lo dejó antes de salir.
Sinaloa vive en una dualidad de mundos, los de abajo que yacen entre tierra y lodo esperando a los de arriba para que los encuentren, esperando que una varilla dé con la fosa que los resguarda, Mario sigue bajando todos los días a buscar a su hermano y al hermano de todos, él es un ente que puede deambular en ambos mundos en busca de justicia.
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