Aquella mañana del 23 de marzo del 2021, José Cerda Orozco, de 41 años, inició sus labores como empleado de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Culiacán en el camellón del bulevar Pedro Infante, frente al campo de golf Country Club, cuando un automóvil a toda velocidad lo embistió.
José había llegado allí junto con una cuadrilla, limpiaban las áreas arboladas, podaban árboles, pero al conductor de un Toyota Camry color gris, de modelo reciente, no le importó salir del paso deprimido una velocidad incontrolable.
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Al arrollar a José, le provocó la amputación de su pierna izquierda, así como diversas heridas que le cambiaron su vida por completo. Durante 40 días, el trabajador del Ayuntamiento permaneció en el Hospital Regional del IMSS en Culiacán, sometido a varias intervenciones quirúrgicas, como remodelación del muñón, cirugía correctiva de una fractura del cúbito y radio del brazo izquierdo, indicaron los médicos.
“Miraba que ya no tenía mi pierna, pero pensaba, bueno estoy consciente en mi mente, estoy sano físicamente, ahora con los avances puedo usar una prótesis”, declaró cerda al salir del hospital.
A un año, José ha mostrado mucha disposición en su recuperación y ha logrado retomar algunas actividades que le apasionan, entre ellos ejercicios para el deporte del futbol, pero él es un caso de una estadística poco analizada en Sinaloa, la de personas que resultaron con una secuela de por vida.
Percances que transforman
Según la Alianza Nacional para la Seguridad Vial (ANASEVI), en México se registran anualmente 17 mil muertes por percances de tránsito, con un saldo superior a las 170 mil personas lesionadas, mientras que unas de 32 mil resultan con alguna discapacidad permanente que les cambió la vida.
En Sinaloa, durante 2021 se reportaron 4 mil 901 heridos en siniestros viales, según el INEGI y aunque la estadística no aclara la gravedad de los casos, sí pone de relieve que la tasa de letalidad en el estado ocupó el tercer sitio a nivel nacional, sólo por debajo de Quintana Roo y Oaxaca.
Al respecto, el titular del Consejo Estatal de Seguridad Pública, Miguel Calderón Quevedo, apunta que el aumento de siniestros viales, muertes y personas con discapacidad permanente o momentánea derivada de un hecho de tránsito, tiene que ver con algunos factores de alto impacto.
La falta de atención de las autoridades en el tema de la remodelación de la Infraestructura vial, como bacheo, falta de señalética, áreas para peatones, ciclistas, semaforización, campañas de concientización, manejo de conductores bajo los influjos del alcohol y el exceso de velocidad, además de la falta de regularización al sistema de permisos para conducir.
En Sinaloa, explica Calderón Quevedo, es muy fácil acceder a una licencia de conducir, pues los requisitos son mínimos y los costos por el documento son bastante accesibles.
“El tema de siniestros viales se está convirtiendo en un tema de salud pública y esto no es reciente; tenemos una tasa de 20 por cada 100 mil habitantes, cuando el promedio es de 12 por cada 100 mil en el país”, comenta.
Pese a que las estadísticas en el estado son alarmantes, la realidad es que no hay ningún ente gubernamental que se dedique a la recopilación de datos acerca de las personas que quedan con una secuela o discapacidad permanente.
Fuera de análisis
Sinaloa no sólo encabeza cifras récords de homicidios culposos, también arrastra un desinterés oficial por revisar a los heridos, sobre todo aquellos que requieren rehabilitación.
El DIF Sinaloa informó que no lleva un recuento de personas que solicitan terapia en el Centro de Rehabilitación (CREE), y menos cuentan con un seguimiento de los casos.
Por su parte, Ricardo Gastélum, analista de la asociación Mapasin, indicó que en Sinaloa, el Consejo Estatal para la Prevención de Accidentes (Coepra), trabaja de la mano con instancias que recopilan información de este rubro, como lo es la SSPyTM, Cruz Roja, la SSA y Hospitales.
“Es muy complicado saber cuándo una personas ingresa a un hospital por sufrir una siniestralidad vial, si tuvo una discapacidad, su tuvo seguimiento su caso, qué discapacidad sufrió, si salió en silla de ruedas, si perdió un ojo, no se sabe más sobre la evolución de las personas una vez se dan de alta”, remata.
Adriana Armenta, titular del Coepra, informa que este dato se mantiene sin seguimiento en la entidad, por lo que es difícil saber el porcentaje real de personas que resultan con secuelas tras los accidentes viales.
Lo que sí se sabe, según el CESP, es que en el estado quienes se ven más involucrados en siniestros son jóvenes entre 17 y 30 años de edad, y el rango de edad de quienes más pierden la vida es entre los 20 y 35 años.
“Los ciudadanos afectados por los siniestros viales, son personas en edad productiva y económicamente activa, por lo que todavía no reflejan en muchos de los casos, antigüedad para obtener una pensión o tener completa una cotización para soportar una secuela de por vida, más si se trata de una discapacidad que resulta costoso su tratamiento de rehabilitación”, refiere Miguel Calderón.
Daños irreversibles
El Inegi indica que cada año del 17 al 18 por ciento de los siniestros viales, generan personas lesionadas, de ellas una parte con secuelas de por vida. Entre las secuelas más sufridas por los involucrados en accidentes viales se encuentran:
- Amputación de extremidad.
- Contusión Craneoencefálica.
- Lesión en columna o vértebras.
- Incapacidad para caminar.
- Afectación en la vista.
- Problemas psicológicos.
- Quedar en estado vegetal (Cuadriplejia.)
- Quemaduras de alto grado en la piel.