Culiacán, Sin.- Unas manos mueven la tierra en la entrada del refugio El Buen Samaritano, son las de un hombre que dice, si el dinero no fuera una necesidad, hubiera estudiado agronomía.
A sus 25 años Luis ha tenido una vida recia, desde los 15 tuvo que trabajar en el campo y en la pesca, en Escuinapa de donde es originario, pues nadie podría hacerse cargo de él o su mamá.
"Ha sido difícil una vida en donde la depresión de que mi madre se haya muerto en mis brazos, no la la he sabido manejar. No es pretexto, pero a raíz de eso uno busca la manera de trabajar y parece la calle la única casa que tienes", dice.
El “perico” y el cristal son sustancias que asegura no volverá a probar, porque no lo dejan pensar ni hacer.
"Son sustancias que la verdad no recomiendo, no puedes estar bien. Alucinas y no te dejan ser. Un comandante de la Marina fue el que me acercó a estas drogas pero ya me estoy rehabilitando", asegura.
Luis relata que en sus 20 años, cuando más hundido estaba en las drogas sintéticas, se alejó de su pareja, con quien cree que tuvo un hijo y no lo conoce.
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Sin embargo, el penar que aún arrastra es el de su madre, quien falleció a causa de cáncer. Esto sucedía a la par que Luis vivía su etapa más complicada: lo corrieron de la escuela, se peleaba con la ex pareja de su mamá quien, ejercía violencia física a ella.
"No había quien viera por mí, así que me puse a trabajar en Escuinapa. En la tierra y en el agua. La escuela sí es buena pero nomas iba a que me dijeran que estaba podrido y que era la oveja negra. Así que me dediqué a trabajar y hace tres años por azares del destino me vine a Culiacán y pues ahorita no le voy a negar que quiero el sueño americano", manifiesta.
Luis comenta ya tuvo la experiencia de viajar en el tren, y dice que no quiere volverla a repetir para irse a Estados Unidos, lo que quiere ahora es juntar dinero para buscar a su papá en la frontera y cruzar, a trabajar en el campo.
"Quiero tener mi casa con mi familia, quiero que mi madre se sienta orgullosa de mi. Lo mio es trabajar la tierra y eso quiero hacer. Para eso estudios no se necesitan así que, estoy dispuesto a hacer lo que tenga que hacer para lograrlo”, señala.
Él se dice enfermo de depresión, pero no le gusta externar que aún le llora a su madre. Luis tiene casa, pero dice que ahí no hay nada qué hacer como en El Buen Samaritano, donde se pone a limpiar y hacer jardinería. Él es, en el refugio, el más joven.
ESTANCIA
El joven se encuentra de momento en la casa hogar El Buen Samaritano, donde conviven muchas historias como la de él.
APOYO
Todavía faltan algunos regalos para completar la lista para los 53 habitantes de este refugio no gubernamental.
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