/ sábado 19 de diciembre de 2020

Silvia, una artesana de la comida oaxaqueña

Por 13 años, la cocinera se ha dedicado a recorrer el país para ofrecer lo mejor de su pueblo

Culiacán, Sin.- En tono amable y de manera rápida, doña Silvia despacha mole, quesillo, chocolate y mezcal, a los clientes culichis que por la tarde acuden a la Plazuela Rosales del Centro a comprar artesanías o productos gastronómicas del estado de Oaxaca.

Cada puesto tiene lo suyo, pero el de Silvia suele ser el más concurrido. En cuanto los clientes se asoman, el olor salado de unos grillos salteados les llama y en seguida dos mujeres les atienden.

Silvia Balseca tiene 60 años de edad y expresa que su vida ha sido “no parar”, desde los 12 años ella aprendió los ingredientes que una buen mole debe llevar y dejó la escuela para aprender todo lo que se debe saber en la preparación de alimentos de su estado.

“La gente de Oaxaca no paramos. Allá no hay fábricas, pero somos ricos en gastronomía, en artesanía y eso es lo que salimos a ofrecer. No hay de otra más que dedicarse a esto, a comerciar lo bueno de nuestra tierra. Yo estudié la primaria hasta el primer año de secundaria para luego, aprender a hacer los moles que aquí estamos vendiendo”, relata.

La señora Balseca explica que su negocio es manejado por cinco miembros más de su familia y que la rutina anual es estar fuera de casa de enero a agosto y de septiembre a diciembre.


Foto: Jazmín Ballesteros │El Sol de Sinaloa

RECORRIDOS

“Son 20 días por evento, cada año hay de 12 a 13 exposiciones gastronómicas y por cada una de ellas visitamos un estado de la República Mexicana, o sea que no descansamos. Es llegar, armar, vender, desarmar y otra vez todo. Pero de eso vivimos y eso nos gusta”, asegura.

La mujer señala que este 2020 ella se enfermó y no de Covid-19, sino del estrés que le generó no poder viajar a vender sus productos. Fueron siete meses que después de 50 años, pasaba en la quietud de su hogar.

“Yo estoy acostumbrada a estar en movimiento, si no trabajo me enfermo. Lo usual para mi es comunicarme con la gente, hacer tratos, moverme, vender; si no lo hago me oxido. Además, de nosotros dependen nuestros colaboradores y en esta pandemia no teníamos mucho que darles por la suspensión de nuestros eventos. Pero ahora estamos en Culiacán y hemos tenido buena respuesta”, comenta.

Foto: Jazmín Ballesteros │El Sol de Sinaloa

Por 13 ha visitado la capital de Sinaloa y, como otros comerciantes que la rodean en esta expo, asegura que Culiacán es uno de los mejores lugares para vender sus productos. Su puesto, asegura, tiene la pura tradición y sin conservadores en la preparación de quesillo, mole, mezcal, chocolate, chapulines, habas, semillas de calabaza, botanas y dulces.

“Traemos además otros productos que no son hechos por nuestras manos, de una marca que los clientes que ya han visitado Oaxaca, suelen buscar. Así que traemos todo lo que se necesite para que el cliente no se vaya con las manos vacías”, expone.

Te puede interesar: Almita, una modelo sui géneris

Silvia asegura que en su vida no ha deseado tener otro oficio. Que disfruta la rutina en movimiento y la comunicación que se necesita para tener este negocio, aunque es cansado, ella sostiene que prefiere no parar.

Foto: Jazmín Ballesteros │El Sol de Sinaloa



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Culiacán, Sin.- En tono amable y de manera rápida, doña Silvia despacha mole, quesillo, chocolate y mezcal, a los clientes culichis que por la tarde acuden a la Plazuela Rosales del Centro a comprar artesanías o productos gastronómicas del estado de Oaxaca.

Cada puesto tiene lo suyo, pero el de Silvia suele ser el más concurrido. En cuanto los clientes se asoman, el olor salado de unos grillos salteados les llama y en seguida dos mujeres les atienden.

Silvia Balseca tiene 60 años de edad y expresa que su vida ha sido “no parar”, desde los 12 años ella aprendió los ingredientes que una buen mole debe llevar y dejó la escuela para aprender todo lo que se debe saber en la preparación de alimentos de su estado.

“La gente de Oaxaca no paramos. Allá no hay fábricas, pero somos ricos en gastronomía, en artesanía y eso es lo que salimos a ofrecer. No hay de otra más que dedicarse a esto, a comerciar lo bueno de nuestra tierra. Yo estudié la primaria hasta el primer año de secundaria para luego, aprender a hacer los moles que aquí estamos vendiendo”, relata.

La señora Balseca explica que su negocio es manejado por cinco miembros más de su familia y que la rutina anual es estar fuera de casa de enero a agosto y de septiembre a diciembre.


Foto: Jazmín Ballesteros │El Sol de Sinaloa

RECORRIDOS

“Son 20 días por evento, cada año hay de 12 a 13 exposiciones gastronómicas y por cada una de ellas visitamos un estado de la República Mexicana, o sea que no descansamos. Es llegar, armar, vender, desarmar y otra vez todo. Pero de eso vivimos y eso nos gusta”, asegura.

La mujer señala que este 2020 ella se enfermó y no de Covid-19, sino del estrés que le generó no poder viajar a vender sus productos. Fueron siete meses que después de 50 años, pasaba en la quietud de su hogar.

“Yo estoy acostumbrada a estar en movimiento, si no trabajo me enfermo. Lo usual para mi es comunicarme con la gente, hacer tratos, moverme, vender; si no lo hago me oxido. Además, de nosotros dependen nuestros colaboradores y en esta pandemia no teníamos mucho que darles por la suspensión de nuestros eventos. Pero ahora estamos en Culiacán y hemos tenido buena respuesta”, comenta.

Foto: Jazmín Ballesteros │El Sol de Sinaloa

Por 13 ha visitado la capital de Sinaloa y, como otros comerciantes que la rodean en esta expo, asegura que Culiacán es uno de los mejores lugares para vender sus productos. Su puesto, asegura, tiene la pura tradición y sin conservadores en la preparación de quesillo, mole, mezcal, chocolate, chapulines, habas, semillas de calabaza, botanas y dulces.

“Traemos además otros productos que no son hechos por nuestras manos, de una marca que los clientes que ya han visitado Oaxaca, suelen buscar. Así que traemos todo lo que se necesite para que el cliente no se vaya con las manos vacías”, expone.

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Silvia asegura que en su vida no ha deseado tener otro oficio. Que disfruta la rutina en movimiento y la comunicación que se necesita para tener este negocio, aunque es cansado, ella sostiene que prefiere no parar.

Foto: Jazmín Ballesteros │El Sol de Sinaloa



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