Culiacán, Sin. - Desde que era niño yo nunca me sentí como tal, mi cuerpo no correspondía a lo que pasaba en mi cabeza así que empecé a vestirme con ropa de niña. En casa mis padres vieron extraña mi conducta, pero no sé alarmaron demasiado. Al llegar a mi adolescencia tuve que pausarla; no podía seguir siendo niño. Recuerdo que fui a casa y le platiqué a mis padres sobre mi decisión, con sorpresa vi como aceptaron y apoyaron el gran paso que estaba por dar en mi vida.
En la sindicatura de Jesús María todos mostraron cierta curiosidad sobre mí, de pronto dejó de existir el niño pequeño y empezaron a ver salir a una muchacha con cabello largo y tacones. Los niños fueron los primeros en preguntar en su infinita inocencia que sí que era yo. “Yo soy una mujer”, les dije. Después de tomada esa decisión y hasta ahora muchos años después, y con cinco cirugías plásticas-estéticas para parecerme más a lo que en realidad soy, mi vida es totalmente diferente. Salí del pueblo en busca de consolidarme como una mujer independiente y productiva. El problema económico en casa no permitió que terminara la preparatoria pues tenía que buscar trabajo.
Mi llegada a Culiacán fue turbulenta en muchos aspectos; desde no conocer nada ni a nadie, hasta el recibimiento de la comunidad LGBT. Yo quería salir a divertirme, a bailar y beber como cualquier muchacha normal, pero las personas comenzaron a verme feo; las demás chicas y chicos transgénero me excluían y llegué a sentirme en peligro. Recuerdo una vez que llegué a un antro gay, en los primeros minutos yo tuve que irme pues me sentí acorralada; parecía que todos allí me querían golpear como mínimo.
DISCRIMINACIÓN
Después de algunos meses de haber llegado por fin conseguí empleo en una agencia de promotores. Estaba feliz pues por primera vez ya iba trabajar y ganar mi propio dinero, pero fue ahí cuando comenzaron los verdaderos problemas. Mi primer empleo fue en una tienda de supermercado famosa en la ciudad, todo iba bien los primeros días, pero empecé a recibir ataques verbales por parte de compañeros, entre burlas y desacreditaciones no resistí y me quejé con los encargados. Ellos no hicieron más que pedir que me retirara del lugar; al final la culpable fui yo. La agencia decidió buscar un mejor lugar para mí.
Una nueva oportunidad se presentó cuando me ubicaron en una tienda departamental local. El recibimiento que tuve fue brutalmente doloroso: “Nosotros te aceptamos como eres, pero no seas coqueta, no le hables a los hombres, ni juegues demasiado con las mujeres…”.
Es común que a las personas como nosotros nos llenen de “peros”; nos condicionan nuestra vida social y laboral con sus prejuicios, sin embargo, acepté. Pasaron unas semanas y el gerente del lugar habló con mi agencia de promotores para que me removieran de allí. El sujeto se sintió incómodo conmigo alegando que yo daba muy mala imagen a la tienda y el ambiente laboral no era sano por “como yo era”. Recuerdo que cuando me dijeron que saldría de esa tienda por esas razones me fui a mi casa llorando, me hicieron sentir como un extraterrestre, como un animal raro, estaba devastada y no quería saber más de nadie, pero al final de cuentas yo soy una persona, soy un ser humano.
Después de eso fueron 3 empresas más que pidieron mi cambio por razones de “mala imagen” y quejas de trabajadores y es ahí donde yo digo: qué pasaría si yo llegara con un gerente y le dijera que no quiero trabajar con él por qué es chaparro, porque es moreno, porque es blanco. Es una estupidez desde mi punto de vista dar argumentos como esos para no querer trabajar con alguien, pero ellos lo hacen, me discriminan en cada lugar al que voy y la verdad me estoy cansando de todo esto.
SOY ANGÉLICA
Ahora estoy buscando ser aceptada de nuevo, tengo nuevo empleo y trato de superar todos los “peros” de las personas a mi alrededor. Soy un ser humano que no merece ser condicionado para poder ser aceptado. La ignorancia hace daño, me ha lastimado desde que decidí convertirme en lo que quiero ser: Soy Angélica, y no culpó a las personas, culpó a su falta de interés por entendernos. En algún momento pensé que sí, que ellos eran mejor que yo, que sí eran superiores, pero entendí que al final de cuentas con toda su intolerancia e ignorancia, todos somos iguales.
Angélica
Chica transgénero
Soy un ser humano que no merece ser condicionado para poder ser aceptado. La ignorancia hace daño, me ha lastimado desde que decidí convertirme en lo que quiero ser”.