Culiacán, Sin. -El área de urgencias del hospital del Instituto de Seguridad y Servicio Social de Culiacán se ha convertido en una antesala angustiosa, pues mantienen sentados en sillas a pacientes que deberían estar en cama.
La maestra Dulce María Lizárraga Solís llegó a la institución médica desde el lunes por la mañana canalizada del Instituto Mexicano del Seguro Social con dolencias en el abdomen. Luego de algunos estudios, el personal le informó que tenía la vesícula crecida e infección en los riñones.
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Sin embargo, no recibió ningún medicamento para el dolor hasta pasadas las 9 de la noche, únicamente le aplicaron suero mientras esperaba.
“Llegué desde las 10 de la mañana y hasta ahorita me inyectaron ketorolaco. Todavía siento mucho dolor en el abdomen y me duele la espalda de tanto tiempo que tengo sentada”, dijo la maestra a El Sol de Sinaloa.
No fue hasta que sus familiares gestionaron con los médicos a cargo de urgencias, cerca de las 11 de la noche, que le aplicaron más medicamentos para calmar el dolor.
El diagnóstico
Desde temprano, el personal de enfermería informó a Lizárraga Solís que tenían que pasarla a cirugía, pero bajo el argumento de que no había anestesiólogo no la atendieron.
Sus familiares insistieron para que la pasaran a una cama. Al poco tiempo, personal de Servicio Social se acercó para solicitar a la paciente la papelería necesaria para ingresarla, requisito necesario al ser una trabajadora del estado.
Aún y con el trámite en curso, la paciente ha permanecido sentada, con el suero conectado. Le aplicaron medicamentos para el dolor, pero la maestra continúa en espera de ser atendida.
¿Y la atención?
Otros pacientes en condición similar se encuentran en el área de urgencias, pero el personal del Issste solo les da medicamentos, a pesar de que algunos son personas de la tercera edad.
Hay personas enfermas vomitando en el pasillo dentro de un cubo de basura. Es la única persona que recibe atención.
Si los familiares de los pacientes no hacen presión, los pacientes no son atendidos.
Para que le aplicaran medicamentos contra el dolor a Dulce Lizárraga, hizo falta que sus familiares fueran tres veces a preguntar a los médicos por qué la maestra no era trasladada a cirugía ni le daban remedios.