Culiacan, Sin.- Botellas de alcohol en mesas, música, amigos y compadres en fiestas de fines de semana, era el ambiente perfecto para que Carlos R lograra obtener la personalidad sociable que tanto le costaba en sus días de sobriedad.
Lo que empezó como convivencia en términos sanos, de momentos de relajación con amigos y familiares en compañía siempre de cervezas y otras bebidas embriagantes, se fue convirtiendo con el paso de los años en una pesadilla que inevitablemente se veía venir.
Han pasado alrededor de 20 años desde que Carlos R dejó el vicio, quien se presenta con un nombre falso bajo el concepto del anonimato y actual padrino de Alcohólicos Anónimos, recuerda cómo de forma casi inconsciente vio en la bebida una opción para mostrar su verdadero yo.
El viaje que poco a poco lo fue llevando al alcoholismo, empezó a los 15 años en una cena navideña familiar, sin detectar en un principio el cambio de personalidad que le provocaba la bebida, pasando de ser un hombre reservado a ser una persona sociable.
El camino a la ‘perdición’
A los 17 años con compañeros de trabajo, las fiestas fueron aumentando a cada fin de semana, una progresividad que se presentaba al sentir que con tres o cuatro cervezas su personalidad cambiaba, y para los 20 años ya era bebedor consuetudinario con mayor cantidad de alcohol.
Los fines de semana fueron sintiéndose cada vez más lejanos para Carlos, provocando que en un lunes, martes o miércoles la necesidad de beber fuera creciendo y sin ser capaz de esperar hasta el viernes o sábado, la fiesta iniciaba los jueves para dar una “adelantadita” para los próximos dos días de la semana.
En convivios deportivos, los sábados desde las 10 horas el cambio de Carlos era asegurado, con un sentimiento de relajación y desconocimiento total de que la patología iba en crecimiento, al mismo ritmo que los problemas en la familia y el trabajo.
La relación con su esposa e hijos fue cambiando de manera paulatina, en un periodo en donde lo más intenso de su vicio fue entre los 25 y 30 años, agarrando la “tomadera” desde las 19:00 horas hasta las 4:00 de la madrugada, con un ciclo de descansar y encontrar cualquier pretexto para volver a las garras del alcohol.
Siempre era en el argumento de la convivencia, del festejo, en familia, con amigos, compañeros del trabajo, compañeros de la escuela, todo lo que entornara el ambiente de convivencia, el alcohol tenía que estar de por medio
Carlos R. Padrino de AA
El infierno
Surgieron por parte de su esposa las amenazas de separación, ante el temperamento agresivo que surgía contra ella y sus hijos, sumado a la irresponsabilidad de no cumplir con sus obligaciones como proveedor de familia.
Convirtiéndose ya sin querer, en un ebrio que dañaba en lo emocional a su familia, afectando principalmente a su hijo mayor que tenía entre nueve y 12 años, quien al ver a su padre surgía el miedo.
Fue en ese momento, a sus 30 años, cuando Carlos inició a detectar los problemas que generaba el alcoholismo en su persona como el arrepentimiento, motivo por el que tomó la decisión de tomar solo en fiestas, propósito que fracasaba cada vez que lo intentaba.
Sin saber lo que venía, en un viaje familiar, la hora de la bebida inició desde las 10:00 horas y para las 14:00 horas perdió la conciencia, siendo trasladado al lugar en donde se hospedaba, en donde comenzó a hacer actos vergonzosos, lo que provocó el enojo de su esposa un día después.
Al salir de la habitación con la total negación de haber realizado todo lo que le comentaban, se encontró con su hijo de 12 años quien al verlo lo único que hizo fue abrazarlo para empezar a llorar, momento en que Carlos tocó fondo, con gran arrepentimiento.
Semana después, en una fiesta fue cuando vio a un hombre divirtiéndose sin alcohol, acción que lo dejó perplejo al no concebir la idea de que una persona pudiera pasar un buen rato sin beber.
Superación
Razón por la que se acercó a preguntar como lograba hacerlo, recibiendo como respuesta que el método para dejar de beber era acudir a los grupos de Alcohólicos Anónimos, lugar a donde acudió con un compañero que también deseaba dejar la bebida.
Fue ahí que después de cinco años de tratamiento y de recibir la ayuda de su padrino, decidió unirse a las filas para convertirse en una guía más, logrando apoyar hasta la fecha a alrededor de 300 ahijados, a quienes les aconseja el camino por seguir.
Primero aportando como padrino de llegada y después de recuperación al tener más de cuatro años siguiendo los 12 pasos de recuperación de Alcohólicos Anónimos, al entender la problemática que surgirá en el proceso de abstinencia y aconsejar la forma de como evadir la presión social.
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El apadrinamiento es una relación de confianza amistosa, en donde yo comparto mi experiencia, donde yo le puedo decir mira a mí me pasó esto y le hice de esta manera
Carlos R. Padrino de AA
Bajo el entendimiento de que la enfermedad del alcoholismo es incurable ante el disturbio emocional que se generan con las situaciones adversas que se presentan en la vida, Carlos continua siendo apadrinado para no perder el camino.
Con 20 años de abstinencia, despertando su personalidad social sin el alcohol y teniendo a más de 300 ahijados, representa para Carlos R una satisfacción de poder ayudar a otros del mismo modo que el recibió apoyo en uno de los momentos más críticos de su vida.
20 Son los años que Carlos lleva en la abstinencia después de tocar fondo y comprobar los efectos destructivos del alcohol.
El apadrinamiento es una relación de confianza amistosa, en donde yo comparto mi experiencia, donde yo le puedo decir mira a mí me pasó esto y le hice de esta manera
Carlos R. Padrino de AA
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