Culiacán, Sin. Vivir con el virus no es fácil; convivir con él, menos. Muchos en Sinaloa, sobre todo en Culiacán, parece vivir de espaldas a la pandemia. Así pensaba Efraín, un hombre de 38 años sin enfermedades crónicas que, por un mes, estuvo a merced del Covid-19.
“¿Esto qué es lo que te hace?, a mí no me dejaba pensar. Yo lo que quería era calmarme y ver la solución de salir de ésta… porque hubo unos días que sentía que me iba y no volvía”, recuerda, ahora que se siente respuesto, pero que sigue con las secuelas.
A finales de mayo, Efraín se sintió mal y, hasta la fecha no se ha se ha sentido completamente recuperado. Él considera que estas molestias que persisten como dolor de garganta y muscular, son secuelas de la enfermedad que lo tuvo a punto de “colgar los tenis”.
“Un día que yo estaba trabajando allá en la sierra, hacía mucho calor recuerdo, y yo tomé agua helada. Creí que tenía infección en la garganta porque me dolía. Ya a los pocos días, empeoré, fui con una doctora y me dio tratamiento más allá de una común infección en la garganta, y me dijo: si en tres días no te alivias, lo traes (Covid-19)”, relata.
Efraín decidió mantener su seguimiento al coronavirus con una doctora que consulta en una farmacia de medicina genérica, ya que ella, ya había contraído el virus y, eso, en parte le dio confianza, pues asumió que la médica ya sabría cómo tratarlo.
Si me iba al Seguro, me iba a convertir en una estadística más
Efraín
SÍNTOMAS
Luego del profundo dolor de cuerpo, la tos fue el otro síntoma que tumbó la energía de Efraín. Fue una tos que no lo dejaba estar despierto ni dormido, la causó que respirar fuera casi imposible. Luego de volver a consultar a la doctora y hacerse una radiografía de pulmones, se diagnosticó que el virus, se le había convertido en una neumonía.
“No me sentía tan jodido, hasta ese día que me hice los estudios. Tuve que conseguir unas inyecciones que no estaban aquí en Culiacán. Estarme checando la oxigenación, el pulso, que había días en los que sentía que me iba y no volvía y medicamentos, tras medicamentos. El costo total de todo fue más o menos 60 mil pesos. ¿Cómo le hará la gente que de plano no tiene?”, expone.
Efraín conserva una bolsa negra grande, de las que se usan para la basura, en la que guarda hasta la mitad de su capacidad, medicamentos, recetas y estudios; mismos que de junio a la fecha, ha tenido que adquirir para no morir.
Actualmente, relata que no ha mejorado completamente y esporádicamente acude con la doctora y mantiene la incertidumbre de si le volverá a dar Covid-19, pues ha escuchado que cuando vuelve a pegar, los síntomas son más fuertes.
Los doctores no saben cómo tratar el virus. Los consultorios particulares y de farmacia reciben pacientes con síntomas de Covid, sin saber que lo traen
Efraín
La inconciencia de la gente que no usa cubrebocas, la apatía de los que no guardan su distancia y la ignorancia de quienes siguen yendo a fiestas; molesta a Efraín.
“Sí supieran lo que es, te aseguro no anduvieran así, pero a la gente le vale madre. El día que se contagien, lo van a creer real, así como yo” sentencia el apenas recuperado.
LA INCERTIDUMBRE DE MANUEL
La semana pasada, Manuel apenas regresada a su oficina del “home office”. En su empresa han asegurado a los empleados previéndoles kits de cubrebocas, lentes y gel antibacterial, y mantienen los protocolos que demanda la contingencia de salud. Sin embargo, hace apenas una semana, comenzó a sentir los síntomas del temido padecimiento: picazón en la garganta, dolor de cuerpo y mucho cansancio.
“En el trabajo ya habían salido contagiados compañeros pero yo no había tenido contacto con ninguno. Cuando avisé a mi jefa lo que me pasaba, me recomendaron hablar al Call Center Covid-19 dela Secretaría de Salud”, comparte.
Acitromicina y paracetamol fueron los medicamentos que, por teléfono, un operador del call center, le recetó a Manuel. Además de las recomendaciones de aislarse. Seguido de eso, en la misma llamada, le dijeron que un doctor le llamaría para darle seguimiento.
Han pasado nueve días y en su preocupación por saber qué seguía, Manuel llamó nuevamente a la línea de emergencia del virus.
“Les expliqué que ningún doctor me había llamado y que yo quería saber qué seguía. Anteriormente me dijeron que, en la próxima llamada me dirían si era necesario hacerme la prueba de Covid-19 o no. Llamé, dí mis datos y me dijeron que yo ya no era candidato” recuerda desconcertado el joven de 29 años de edad.
Esta situación, comparte, lo hizo sentir frustrado, pues no sabe si en realidad está “curado” y fuera de riesgo, o bien, libre der un portador del virus que puede contagiar a su compañero de departamento o a sus padres que son población en riesgo.
“Sentí que me tomaron el pelo, ¿cómo pueden diagnosticarme así nada más y notar que ya no soy candidato a hacerme la prueba?. A causa de esto, no puedo ir a mi oficina a trabajar, ver mis papás me da pendiente y no sé si deba o no hacerme la prueba, pues he mejorado un poco pero no totalmente”, cuestiona.
Por el momento Manuel se encuentra en cuarentena, preguntándose si debe invertir en algún estudio que acabe con su incertidumbre, el cual acabaría con parte de su salario quincenal para pagar renta, servicios y comida; o confiar enteramente en lo que un operador le comunicó a distancia, dándole la noticia de que, en nueve días y con paracetamol, se había curado del virus que ha matado a más de 2 mil personas en Sinaloa.
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