/ sábado 26 de octubre de 2019

…y tronaron las balas...Iban por un algodón de azúcar

Jesús y su hija de cinco años pasaron la toma de Culiacán por el narco resguardados en un cubículo

Culicán Sin.- El jueves a las dos de la tarde recibió Jesús una llamada de la guardería de su hija, en el que, por la suspensión de clases que informó Protección Civil por las presuntas fuertes lluvias, debía pasar por ella a la brevedad.



Él trabaja en el Instituto Sinaloense de Cultura, en un edificio vecino a la Escuela de Artes José Limón, en el primer cuadro de Culiacán. Después de checar salida, José se dirige a la guardería de su hija para pasar por ella y llevarla a casa, pero ese jueves 17 de octubre tuvo que pasar por ella una hora antes.


Me informaron que tenía que recogerla a la guardería porque, Protección Civil había suspendido las clases en el turno vespertino debido a la lluvia. Como yo salgo del trabajo a las tres de la tarde, decidí esperar un momento para no tener que volver con la niña a checar mi salida; además, a esa hora no se veía ningún riesgo de lluvia: ni siquiera estaba nublado ya

Jesús

Sin embargo, se insistió en que fuera inmediatamente por ella, pues era por orden de Protección Civil y por precaución que se debía acatar el aviso.


SUCESO

Cuando la saqué de la guardería fuimos a un café por la Andrade y salimos entre las 3:05 y las 3:10 con dirección a la Rafael Buelna. Tomados de la mano, me recordaba que el día anterior le había prometido llevarla al Parque las Riberas a comprar un algodón de azúcar, lo cual haría apenas checara mi salida

Jesús

Pero justo antes de que Jesús y la menor pudieran ingresar al edificio del Instituto donde él trabaja, una persona les advirtió sobre el violento evento.


Al llegar al sitio donde se pone un puesto de dulces afuera de la Escuela de Artes José Limón, una señora me dijo que no había clases; yo le respondí que íbamos al otro edificio y entonces me dijo: pues resguárdense porque hay una balacera

Jesús

Lamentablemente no pudieron llegar por el algodón de azúcar, pues esa tarde tuvieron que encerrarse en el cubículo de Jesús, pues apenas le advirtieron, empezó a escuchar las ráfagas de armas largas.


Tomé en los brazos a mi hija y corrí hacia las oficinas del ISIC; mi niña me preguntó muy asustada si estaban tirando balazos y yo desesperado le dije que sí. Nunca voy a olvidar lo que me dijo mientras subíamos las escaleras apresuradamente: “Papi, no quiero que te pase lo mismo que a José José. Quién me va a cuidar. No quiero que te pase nada

Jesús

La menor lo abrazó; ella temía que su padre muriera esa tarde. Al llegar al primer piso, trató de calmarla, convenciéndola de que no les pasaría nada. Entraron al cubículo y se sentaron en una silla, abrazados.


A pesar de que no hay ventanas cerca, los disparos se escuchaban bastante... Ráfagas simultáneas de diferentes armas, personas asustadas por los pasillos comentando sobre la balacera; uno gritó que cerraran las puertas del Instituto porque decían que se habían metido al Casino. Yo me levanté, cerré la puerta del cubículo con llave y lamenté que lo único que podía hacer para ‘aumentar’ nuestra seguridad fuera tan inútil: aunque estábamos dentro del edificio, éramos completamente vulnerables

Jesús

Eso no fue todo, el celular de Jesús tenía poca carga, el edificio no contaba con agua para beber y ni él ni su pequeña habían comido y ni sabía cuántas horas estaría ahí.


Tomé mi celular y envié mensajes a mis familiares: todos bien. No obstante, la ansiedad, el temor, taquicardia, la ansiedad. Temía por mi hija y por mí mismo

Jesús

LLUVIA

Las balas seguían y la ansiedad de Jesús aumentaba, pues el sonido de armas y sirenas de patrullas de policías sólo lo ponían alerta. No le daban una sensación de seguridad, sin embargo tuvo que sacar valentía para tranquilizar a su hija.


Mi hija se asustó más cuando escuchó las sirenas, le dije que eran los policías, que iban a cuidarnos a todos y se tranquilizó. Entonces le puse los audífonos para que viera un cuento en Youtube y se distrajera

Jesús

Ya había disminuido un poco de tensión pero al revisar su celular, vio como comenzaban a llegar decenas de videos por Whatsapp, de carros varados por el puente de la Obregón, camionetas con barrets, montones de hombres armados por las calles, videos en las Riberas con los balazos de fondo, soldados por el Sánchez Alonso, hombres con armas de alto calibre.


Te puede interesar: Graciela Domínguez aplaude que se investigue al súper delegado de Sinaloa


La incertidumbre de Jesús era mucha, no sabía cómo iba a regresar a su casa a salvo con la niña. Justo esa mañana había decidido tomar el transporte público y además, no contaba con tanto dinero en efectivo. Tuvo que esperar.


Mi hija se aburrió de ver cuentos y me dijo que quería dibujar. Le di unos post-its y un lápiz y seguí revisando el WhatsApp, más videos, audios, mensajes de mis hermanas que viven fuera de Culiacán, mensajes que hablaban de los hijos de El Chapo, toque de queda a las 7:00 pm y mi papá tuvo que salir a Villas del Río: una preocupación más

Jesús

El ruido cedió a las 5:00 pm y las personas que trabajan con Jesús comenzaron a abandonar el edificio, pero en todas partes se decía que la cosa se iba a poner peor de acuerdo con los mensajes que se reproducían en las redes sociales.


No sabía si podríamos ir a la casa de mi mamá a resguardarnos. Logré comunicarme con mi papá, seguía en Villas del Río. Dijo que intentaría pasar por nosotros pero no sabía si podría porque había muchas vialidades bloqueadas

El padre de Jesús


Salí con la niña en los brazos y antes de llegar a la calle se escuchó otra ráfaga. Corrí para alcanzar la camioneta de mi papá. Mi hija volvió a tener miedo, al igual que yo

Jesús

Una vez en la camioneta, tomaron la calle Paliza, la Colón y luego la Obregón, la principal. Él y su padre observaban a decenas de personas caminando puesto que el transporte público había sido suspendido.


Volteé al asiento trasero y me di cuenta que la niña se había dormido. Yo asustado le revisé todo el cuerpo para comprobar que no le hubiera caído una bala perdida, ese era mi temor durante el trayecto


El viernes Jesús no se presentó a trabajar, tampoco hubo clases ese día por la mañana, y revisó los dibujos que su hija había hecho. Se percató que había caritas tristes y le preguntó a la niña el por qué las había dibujado, a lo que ella respondió: "porque había gente mala tirando balazos".

Ya pasó una semana, y Jesús expresa que se siente desprotegido e inseguro de dejar a su hija en el kínder o la guardería…


El gobierno nos dejó a la suerte a todos ese día, ¿quién dice que no puede volver a pasar?

Jesús


Trabajador del ISIC

Salí con la niña en los brazos y antes de llegar a la calle se escuchó otra ráfaga. Corrí para alcanzar la camioneta de mi papá. Mi hija volvió a tener miedo, al igual que yo

Jesús

5 años

Papi, no quiero que te pase lo mismo que a José José. Quién me va a cuidar. No quiero que te pase nada”.

Su hija


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Culicán Sin.- El jueves a las dos de la tarde recibió Jesús una llamada de la guardería de su hija, en el que, por la suspensión de clases que informó Protección Civil por las presuntas fuertes lluvias, debía pasar por ella a la brevedad.



Él trabaja en el Instituto Sinaloense de Cultura, en un edificio vecino a la Escuela de Artes José Limón, en el primer cuadro de Culiacán. Después de checar salida, José se dirige a la guardería de su hija para pasar por ella y llevarla a casa, pero ese jueves 17 de octubre tuvo que pasar por ella una hora antes.


Me informaron que tenía que recogerla a la guardería porque, Protección Civil había suspendido las clases en el turno vespertino debido a la lluvia. Como yo salgo del trabajo a las tres de la tarde, decidí esperar un momento para no tener que volver con la niña a checar mi salida; además, a esa hora no se veía ningún riesgo de lluvia: ni siquiera estaba nublado ya

Jesús

Sin embargo, se insistió en que fuera inmediatamente por ella, pues era por orden de Protección Civil y por precaución que se debía acatar el aviso.


SUCESO

Cuando la saqué de la guardería fuimos a un café por la Andrade y salimos entre las 3:05 y las 3:10 con dirección a la Rafael Buelna. Tomados de la mano, me recordaba que el día anterior le había prometido llevarla al Parque las Riberas a comprar un algodón de azúcar, lo cual haría apenas checara mi salida

Jesús

Pero justo antes de que Jesús y la menor pudieran ingresar al edificio del Instituto donde él trabaja, una persona les advirtió sobre el violento evento.


Al llegar al sitio donde se pone un puesto de dulces afuera de la Escuela de Artes José Limón, una señora me dijo que no había clases; yo le respondí que íbamos al otro edificio y entonces me dijo: pues resguárdense porque hay una balacera

Jesús

Lamentablemente no pudieron llegar por el algodón de azúcar, pues esa tarde tuvieron que encerrarse en el cubículo de Jesús, pues apenas le advirtieron, empezó a escuchar las ráfagas de armas largas.


Tomé en los brazos a mi hija y corrí hacia las oficinas del ISIC; mi niña me preguntó muy asustada si estaban tirando balazos y yo desesperado le dije que sí. Nunca voy a olvidar lo que me dijo mientras subíamos las escaleras apresuradamente: “Papi, no quiero que te pase lo mismo que a José José. Quién me va a cuidar. No quiero que te pase nada

Jesús

La menor lo abrazó; ella temía que su padre muriera esa tarde. Al llegar al primer piso, trató de calmarla, convenciéndola de que no les pasaría nada. Entraron al cubículo y se sentaron en una silla, abrazados.


A pesar de que no hay ventanas cerca, los disparos se escuchaban bastante... Ráfagas simultáneas de diferentes armas, personas asustadas por los pasillos comentando sobre la balacera; uno gritó que cerraran las puertas del Instituto porque decían que se habían metido al Casino. Yo me levanté, cerré la puerta del cubículo con llave y lamenté que lo único que podía hacer para ‘aumentar’ nuestra seguridad fuera tan inútil: aunque estábamos dentro del edificio, éramos completamente vulnerables

Jesús

Eso no fue todo, el celular de Jesús tenía poca carga, el edificio no contaba con agua para beber y ni él ni su pequeña habían comido y ni sabía cuántas horas estaría ahí.


Tomé mi celular y envié mensajes a mis familiares: todos bien. No obstante, la ansiedad, el temor, taquicardia, la ansiedad. Temía por mi hija y por mí mismo

Jesús

LLUVIA

Las balas seguían y la ansiedad de Jesús aumentaba, pues el sonido de armas y sirenas de patrullas de policías sólo lo ponían alerta. No le daban una sensación de seguridad, sin embargo tuvo que sacar valentía para tranquilizar a su hija.


Mi hija se asustó más cuando escuchó las sirenas, le dije que eran los policías, que iban a cuidarnos a todos y se tranquilizó. Entonces le puse los audífonos para que viera un cuento en Youtube y se distrajera

Jesús

Ya había disminuido un poco de tensión pero al revisar su celular, vio como comenzaban a llegar decenas de videos por Whatsapp, de carros varados por el puente de la Obregón, camionetas con barrets, montones de hombres armados por las calles, videos en las Riberas con los balazos de fondo, soldados por el Sánchez Alonso, hombres con armas de alto calibre.


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La incertidumbre de Jesús era mucha, no sabía cómo iba a regresar a su casa a salvo con la niña. Justo esa mañana había decidido tomar el transporte público y además, no contaba con tanto dinero en efectivo. Tuvo que esperar.


Mi hija se aburrió de ver cuentos y me dijo que quería dibujar. Le di unos post-its y un lápiz y seguí revisando el WhatsApp, más videos, audios, mensajes de mis hermanas que viven fuera de Culiacán, mensajes que hablaban de los hijos de El Chapo, toque de queda a las 7:00 pm y mi papá tuvo que salir a Villas del Río: una preocupación más

Jesús

El ruido cedió a las 5:00 pm y las personas que trabajan con Jesús comenzaron a abandonar el edificio, pero en todas partes se decía que la cosa se iba a poner peor de acuerdo con los mensajes que se reproducían en las redes sociales.


No sabía si podríamos ir a la casa de mi mamá a resguardarnos. Logré comunicarme con mi papá, seguía en Villas del Río. Dijo que intentaría pasar por nosotros pero no sabía si podría porque había muchas vialidades bloqueadas

El padre de Jesús


Salí con la niña en los brazos y antes de llegar a la calle se escuchó otra ráfaga. Corrí para alcanzar la camioneta de mi papá. Mi hija volvió a tener miedo, al igual que yo

Jesús

Una vez en la camioneta, tomaron la calle Paliza, la Colón y luego la Obregón, la principal. Él y su padre observaban a decenas de personas caminando puesto que el transporte público había sido suspendido.


Volteé al asiento trasero y me di cuenta que la niña se había dormido. Yo asustado le revisé todo el cuerpo para comprobar que no le hubiera caído una bala perdida, ese era mi temor durante el trayecto


El viernes Jesús no se presentó a trabajar, tampoco hubo clases ese día por la mañana, y revisó los dibujos que su hija había hecho. Se percató que había caritas tristes y le preguntó a la niña el por qué las había dibujado, a lo que ella respondió: "porque había gente mala tirando balazos".

Ya pasó una semana, y Jesús expresa que se siente desprotegido e inseguro de dejar a su hija en el kínder o la guardería…


El gobierno nos dejó a la suerte a todos ese día, ¿quién dice que no puede volver a pasar?

Jesús


Trabajador del ISIC

Salí con la niña en los brazos y antes de llegar a la calle se escuchó otra ráfaga. Corrí para alcanzar la camioneta de mi papá. Mi hija volvió a tener miedo, al igual que yo

Jesús

5 años

Papi, no quiero que te pase lo mismo que a José José. Quién me va a cuidar. No quiero que te pase nada”.

Su hija


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