/ lunes 24 de enero de 2022

IPN ofrece disculpa pública por el feminicidio de Marichuy Zamudio

El abogado del IPN, Federico Anaya, resaltó la responsabilidad de la institución y las omisiones cometidas por este hecho

“En unos días Marichuy cumpliría 25 años, ya sería ingeniera petrolera y sería de la selección de basquet bol, estaría locamente enamorada, trabajando fuerte o intentándolo en otro estado, seguramente Marichuy sería muy feliz, así como era”, con lágrimas así se expresó la señora Yesenia Zamudio Solórzano, madre de María de Jesús Jaimes Zamudio (Marichuy), estudiante del Instituto Politécnico Nacional (IPN), quien fuera asesinada por un estudiante y un docente en 2016.

Durante la disculpa pública que ofreció el Instituto Politécnico Nacional a los padres de Marichuy, a los señores Yesenia Zamudio Solórzano y Onorio Jaimes López, el abogado del IPN, Federico Anaya Gallardo, resaltó la responsabilidad de la institución y las omisiones cometidas por este hecho.

El IPN no solo ofrece una disculpa, sino también cooperación con la familia, así como el título pos mortem que conmemore su esfuerzo escolar sus estudios interrumpidos.

Además, hizo un llamado a la sociedad en general y a la sociedad politécnica para reconocer, en el caso de Marichuy, el resultado más terrible de la violencia de género, y de las omisiones institucionales, para poner límites de respeto en las relaciones que deben de existir entre alumna, alumnos y docentes.

Yesenia Zamudio, dijo que su hija estaba muy emocionada por todo lo que vendría, pero “Marichuy no será ingeniara, ni seguirá jugando, ni será madre, ni una mexicana exitosa”.

Quien fuera alumna de la carrera de Ingeniería Petrolera de la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura de la Unidad Ticomán, fue asesinada en 2016 por un alumno y un profesor, que aún se encuentran prófugos de la justicia.

Ante autoridades del IPN, del director Arturo Reyes Sandoval, del secretario general, Juan Manuel Cantú Vázquez y de María del Rosario Piedra Ibarra, presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Yesenia Zamudio Solórzano, madre de Chuy, dijo “nos matan, porque no nos creen, porque creen que exageramos, porque no importa cuántos nombres nombremos y cuantas historias de terror contemos, para el Estado solo son datos, de esos datos que se manipulan y de esos que se olvidan”.

“Pero como nos van a creer, si el hombre más importante y poderoso, que cuanta con el mayor nivel de popularidad en la historia de los presidentes de México, no nos cree. El presidente no le creyó a las mujeres abusadas de Guerrero, y quería a Félix Salgado Macedonio como gobernador, el presidente no le cree a las estudiantes y maestras del ITAM y quiere a Pedro Salmerón de embajador en Panamá.

“El presidente no le creyó a la periodista Lurdes Maldonado López y ayer no le creyó, no la protegió y ayer fue asesinada”, dijo Yesenia.

Una y otra vez pausaba su voz Yesenia, entrecortada, con la mirada viendo la pantalla de la tableta, con un nudo en la garganta que sólo se le veía pasar saliva. “Si el presidente no nos cree es evidente que en los trabajos, en las escuelas y en las universidades en las calles no nos crean”.

La madre de la víctima lamentó que en el poder a pesar de que hay mujeres nada pasa. “Tenemos un ombudsman mujer, una jefa de gobierno, una fiscal General de Justicia de la Ciudad de México, una secretaria de Gobierno y la realidad no cambia. Nos siguen matando”.

Dijo: “Acepto esta disculpa del Instituto Politécnico Nacional, pero la acepto con Marichuy asesinada, pero con ella a mi lado y junto con muchas mujeres y hombres que me han acompañado en estos seis años, pero que estos momentos los asesinos ya tengan giradas las órdenes de aprehensión”.

“Vigilaré con miedo y rabia cada paso dado del presidente y los gobernadores y fiscales, de las instituciones de gobierno de esta y todas las casas de estudios profesionales que no haya violencia de género, que no haya “Ni una Chuy Menos”.

En su intervención María del Rosario Piedra Ibarra, presidenta de la Comisión nacional de Derechos Humanos, Refrendo la solidad y compromiso para el acompañamiento a la familia Jaimes Zamudio, a quienes en todo momento acompañarán.

La comisionada dijo que la CNDH ha trabajado de la mano para ellas, para el acto de la disculpa pública y el IPN asumiera su responsabilidad, y mediante este acto se da voz a las víctimas y se tomen en cuenta para la reparación del daño y se haga justicia.

Yesenia, dijo que ese lugar que “te forma y que te forja, donde la rompieron, fue en ese espacio donde debe de llenar de conocimiento la mente, de seguridad el alma a las mujeres que logran llegar. Donde un docente y un compañero la desaparecieron por ser mujer”.

Ser mujer es una condena sin previo aviso, advirtió Yesenia, si así lo es, las razones son muchas y en México la respuesta es clara, que muy poquitas pueden ser libres y crecer porque a muchas no las dejan vivir porque nos matan.

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Y concluyó, justo en las universidades se imparte la idea generalizada de que la violencia de género germinada en las entrañas del patriarcado y el machismo implica una escalada de tenciones, manipulaciones, agresiones verbales, físicas, emocionales, económicas, que en muchas ocasiones deriva en asesinatos y feminicidios.



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“En unos días Marichuy cumpliría 25 años, ya sería ingeniera petrolera y sería de la selección de basquet bol, estaría locamente enamorada, trabajando fuerte o intentándolo en otro estado, seguramente Marichuy sería muy feliz, así como era”, con lágrimas así se expresó la señora Yesenia Zamudio Solórzano, madre de María de Jesús Jaimes Zamudio (Marichuy), estudiante del Instituto Politécnico Nacional (IPN), quien fuera asesinada por un estudiante y un docente en 2016.

Durante la disculpa pública que ofreció el Instituto Politécnico Nacional a los padres de Marichuy, a los señores Yesenia Zamudio Solórzano y Onorio Jaimes López, el abogado del IPN, Federico Anaya Gallardo, resaltó la responsabilidad de la institución y las omisiones cometidas por este hecho.

El IPN no solo ofrece una disculpa, sino también cooperación con la familia, así como el título pos mortem que conmemore su esfuerzo escolar sus estudios interrumpidos.

Además, hizo un llamado a la sociedad en general y a la sociedad politécnica para reconocer, en el caso de Marichuy, el resultado más terrible de la violencia de género, y de las omisiones institucionales, para poner límites de respeto en las relaciones que deben de existir entre alumna, alumnos y docentes.

Yesenia Zamudio, dijo que su hija estaba muy emocionada por todo lo que vendría, pero “Marichuy no será ingeniara, ni seguirá jugando, ni será madre, ni una mexicana exitosa”.

Quien fuera alumna de la carrera de Ingeniería Petrolera de la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura de la Unidad Ticomán, fue asesinada en 2016 por un alumno y un profesor, que aún se encuentran prófugos de la justicia.

Ante autoridades del IPN, del director Arturo Reyes Sandoval, del secretario general, Juan Manuel Cantú Vázquez y de María del Rosario Piedra Ibarra, presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Yesenia Zamudio Solórzano, madre de Chuy, dijo “nos matan, porque no nos creen, porque creen que exageramos, porque no importa cuántos nombres nombremos y cuantas historias de terror contemos, para el Estado solo son datos, de esos datos que se manipulan y de esos que se olvidan”.

“Pero como nos van a creer, si el hombre más importante y poderoso, que cuanta con el mayor nivel de popularidad en la historia de los presidentes de México, no nos cree. El presidente no le creyó a las mujeres abusadas de Guerrero, y quería a Félix Salgado Macedonio como gobernador, el presidente no le cree a las estudiantes y maestras del ITAM y quiere a Pedro Salmerón de embajador en Panamá.

“El presidente no le creyó a la periodista Lurdes Maldonado López y ayer no le creyó, no la protegió y ayer fue asesinada”, dijo Yesenia.

Una y otra vez pausaba su voz Yesenia, entrecortada, con la mirada viendo la pantalla de la tableta, con un nudo en la garganta que sólo se le veía pasar saliva. “Si el presidente no nos cree es evidente que en los trabajos, en las escuelas y en las universidades en las calles no nos crean”.

La madre de la víctima lamentó que en el poder a pesar de que hay mujeres nada pasa. “Tenemos un ombudsman mujer, una jefa de gobierno, una fiscal General de Justicia de la Ciudad de México, una secretaria de Gobierno y la realidad no cambia. Nos siguen matando”.

Dijo: “Acepto esta disculpa del Instituto Politécnico Nacional, pero la acepto con Marichuy asesinada, pero con ella a mi lado y junto con muchas mujeres y hombres que me han acompañado en estos seis años, pero que estos momentos los asesinos ya tengan giradas las órdenes de aprehensión”.

“Vigilaré con miedo y rabia cada paso dado del presidente y los gobernadores y fiscales, de las instituciones de gobierno de esta y todas las casas de estudios profesionales que no haya violencia de género, que no haya “Ni una Chuy Menos”.

En su intervención María del Rosario Piedra Ibarra, presidenta de la Comisión nacional de Derechos Humanos, Refrendo la solidad y compromiso para el acompañamiento a la familia Jaimes Zamudio, a quienes en todo momento acompañarán.

La comisionada dijo que la CNDH ha trabajado de la mano para ellas, para el acto de la disculpa pública y el IPN asumiera su responsabilidad, y mediante este acto se da voz a las víctimas y se tomen en cuenta para la reparación del daño y se haga justicia.

Yesenia, dijo que ese lugar que “te forma y que te forja, donde la rompieron, fue en ese espacio donde debe de llenar de conocimiento la mente, de seguridad el alma a las mujeres que logran llegar. Donde un docente y un compañero la desaparecieron por ser mujer”.

Ser mujer es una condena sin previo aviso, advirtió Yesenia, si así lo es, las razones son muchas y en México la respuesta es clara, que muy poquitas pueden ser libres y crecer porque a muchas no las dejan vivir porque nos matan.

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Y concluyó, justo en las universidades se imparte la idea generalizada de que la violencia de género germinada en las entrañas del patriarcado y el machismo implica una escalada de tenciones, manipulaciones, agresiones verbales, físicas, emocionales, económicas, que en muchas ocasiones deriva en asesinatos y feminicidios.



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